Los programas sanitarios de la organización mundial carecen de suficiente financiación por restricción de aportes. 

 
La continuidad de las campañas sanitarias y de los programas de investigación en el que se respaldan todos los países en sus políticas de salud, ha entrado en riesgo por la restricción presupuestaria que afecta a la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de los pilares de la proyección social de las Naciones Unidas. Las mayores exigencias demandadas por las las epidemias y la necesidad de descubrir nuevas formas para atacar la resistencia a los antimicrobianos, entre otras tareas en ejecución, peligran por la falta de fondos. 

La directora de la OMS, Margaret Chan, expuso en Ginebra ante más de un centenar de representantes de países miembros -entre ellos Argentina-, la difícil situación financiera y advirtió que la única manera de revertir el déficit actual es un mayor aporte de las naciones y del sector privado. El problema es que no hay nuevas contribuciones y varias de las actuales se han reducido notoriamente.  
La OMS está entre la espada y la pared. Por un lado los países le piden que haga más, especialmente en emergencias sanitarias, pero a la vez las contribuciones voluntarias no han aumentado y algunas se redujeron. Las emergencias sanitarias es el plan más desfinanciado, ya que solo se ha cubrió 56% de los 485 millones de dólares necesarios. Normalmente la OMS recibe casi un tercio de su financiación para luchar contra el VIH del ente específico Onusida, pero los fondos se recortaron en un 50% y para el bienio 2016-2017 eso implica unos 35 millones de dólares menos. 

La OMS hace tiempo se impuso una disciplina presupuestaria recortado un 10% el gasto en personal durante los últimos seis años; redujo gastos para viajes e implantó una mejor planificación en las adquisiciones y licitaciones, entre otras medidas de austeridad, pero aún así los fondos no alcanzan, según el duro panorama expuesto. Sería lamentable que las naciones y las entidades privadas que sostienen a la organización no reaccionen a tiempo, más todavía cuando el mundo está muy cerca de conseguir la erradicación de la poliomielitis, como hizo en su momento con dolencias que parecían imposibles de vencer pero desaparecieron gracias a las acciones conjuntas con universidades y laboratorios de investigación que lograron desarrollar medicamentos y vacunas para actuar en emergencias sanitarias