Semanas atrás el presidente de Estados Unidos comenzó a criticar el desempeño de la Organización de la Salud (OMS) en la pandemia y dijo que estaba investigando la "mala gestión" y el "encubrimiento de la expansión" del coronavirus por parte del organismo internacional, insinuando a la vez la posibilidad de congelar los fondos que su país aporta como principal benefactor. Finalmente el magnate norteamericano tomó la decisión personal de abandonar la agencia sanitaria de las Naciones Unidas, una medida ampliamente criticada por los Estados y organismos más importantes del mundo, considerada como intempestiva en momentos que se requieren esfuerzos globales para combatir la enfermedad.

El organismo de la ONU, creado hace 72 años, se especializa en gestionar políticas de prevención, promoción e intervención mundial en ámbitos de la salud y es dirigido desde 2017 por el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, cuyo trabajo ha sido cuestionado por Donald Trump por estar supuestamente influenciado por China motivo por el cual se perdieron días vitales en la declaración de la pandemia y para que los 196 países miembros pudieran tomar medidas fundamentales de resguardo sanitario.

El enojo del magnate neoyorquino lo justifica el 10% del presupuesto anual de la OMS aportado por EEUU, el mayor de los recursos voluntarios girados por las naciones miembros (51%); otro 17% es de fundaciones filantrópicas;15% más de entes de la ONU; 15% de organizaciones y bancos de desarrollo y siguen, en menor proporción, empresas privadas e instituciones académicas. Washington asigna 500 millones de dólares anuales, mientras que China ayuda con sólo 40 millones de esa moneda. Los fondos se vuelcan principalmente en regiones de extrema pobreza como África y el Mediterráneo Oriental atendiendo emergencias, caso del reciente brote del ébola en el Congo, pero todos los países reciben asistencia para sus políticas sanitarias.

La furia de Trump se sostiene en "múltiples fuentes" del Gobierno con la teoría de que el Covid-19 salió de forma accidental de un laboratorio de virología chino, cuando uno de sus científicos fue al mercado de Wuhan y se infectó de un murciélago, originando el brote. Pero la fuente del virus sigue siendo un misterio, abonando extremas suposiciones, como sugerir que el patógeno fue diseñado como arma biológica del gobierno comunista dentro de las conspiraciones geopolíticas del coloso asiático. De lo que es seguro es la intervención de Pekín para ocultar información, lo que indirectamente salpica a la OMS por una reacción tardía al dejarse llevar por la comunicación oficial del régimen chino que sin duda no fue confiable y sorprendió al mundo con una emergencia sin precedentes.