Desde un primer momento la marcha realizada ayer por la CGT hasta la Plaza de Mayo, más allá del número de participantes y del caos e incidentes que provocó en el centro porteño, no tuvo el espíritu que tienen que mover a estas manifestaciones cuando el reclamo está basado en la realidad de los hechos.

Anunciarla sin considerar el resultado electoral de las PASO, en las que el Gobierno nacional recibió el apoyo de la gente, y sin tener en cuenta la mejora que se está observando en la economía, con un leve repunte de la actividad y del empleo, constituyen auténticos desatinos que demuestran que la diligencia sindical está más interesada en generar conflicto que acompañar la evolución del país. Pretende a través de estas manifestaciones fortalecer posiciones y generar un ámbito de disputa permanente de la que los sindicatos y gremios, al igual que otros sectores de la sociedad, sacan provecho y justifican su accionar.

El reclamo de una posible reforma de flexibilización laboral después de las elecciones legislativas de octubre, junto a otros reclamos menores vinculados con las condiciones laborales, fueron uno de los pocos puntos, por no decir los únicos, que dieron sustento a una marcha que, en la apreciación de los observadores, tuvo mucho de política al concretarse en medio de un panorama que tiene a las fuerzas opositoras diezmadas por enfrentamientos internos ante un oficialismo fortalecido. Se sabe que si la oposición política y sindical no se organiza o no hace propuestas concretas, no tendrá chances en las elecciones de octubre y eso pone muy nerviosos a varios dirigentes.

Respecto del panorama laboral, el Gobierno cuenta con datos que demuestran la recuperación. Está en condiciones de asegurar un crecimiento en julio con relación al mismo mes del año pasado de unos 180 mil (1,6%) puestos registrados. Por ello es que sostienen que la marcha de la CGT es innecesaria e inoportuna y que responde a intereses sectoriales totalmente divorciados con los del país.

Una vez más queda en evidencia que hay sectores gremiales y dirigenciales que trabajan a favor de sus propios intereses sin considerar la recuperación argentina. A ellos hay que decirle que dejen de mentir sobre sus propósitos y que si no están dispuestos a sumarse a los nuevos tiempos no sean un obstáculo como lo han venido siendo desde siempre.