Está comprobado que a los argentinos les cuesta mucho respetar las normas establecidas, especialmente en lo referido al orden público. Así como, en ocasiones, son incapaces de hacer una cola o esperar pacientemente un turno para acceder a algún sitio determinado, también se muestran indisciplinados cuando llega el momento de acceder a eventos masivos en los que se requiere máximo orden y respeto. Si a estas características le sumamos lo que se denomina pasión y que los controles de las fuerzas de seguridad son deficientes, el cóctel puede ser muy explosivo, tal como ocurrió el sábado último en las inmediaciones de la cancha de River, donde un grupo de hinchas, aprovechando un deficiente vallado agredió violentamente al colectivo que trasladaba a los jugadores de Boca hacia el estadio Monumental, con las consecuencias que se conocen. ¿Fue un descuido de las fuerzas de seguridad encargadas de la vigilancia?, ¿Una acción deliberada de los hinchas enfervorizados? o ¿Un plan cuidadosamente orquestado para hacer que el partido de fútbol más importante "del siglo” fracasara? Cualquiera de estos motivos, lo único que reflejaron fue la incapacidad de los organizadores y fuerzas de vigilancia de mantener el orden y la seguridad que debió prevalecer en un acontecimiento programado con suficiente tiempo como para tomar todas las precauciones necesarias.

Después de este triste desenlace queda una preocupante conclusión: estamos condenados a que cada vez que se mezclen exteriorizaciones personales de cualquier índole, a los que algunos llaman pasión, con una deficiente vigilancia y una precaria organización, tendremos disturbios en la vía pública muy difíciles de controlar y que pueden llegar a malograr cualquier evento. En este caso fue un partido de fútbol, pero podría haber sido cualquier otro acto o manifestación popular.

El hecho de que este tipo de comportamiento siempre se circunscriban a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, deja en evidencia que en ese ámbito la seguridad no está funcionando como corresponde. Es necesario que las fuerzas de seguridad que por jurisdicción convergen en esa metrópolis acuerden acciones para hacer más eficiente su accionar y establecer la forma de actuar en coordinación con los organizadores de cada uno de los eventos que se realizan en ese ámbito.