Las estadísticas sanitarias mundiales observaron en la década del 90 el paulatino abandono de la lactancia materna por diversos factores, desde la creencia que los sustitutos alimentarios tenían igual resultado en el recién nacido y hasta en cuestiones estéticas en el cuerpo de la madre. Parecería una obviedad difundir las ventajas de una acción natural de la mujer, pero era necesario crear conciencia al respecto.
En aquel momento, y frente a esta tendencia, se impuso una campaña de esclarecimiento de parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Así fue instaurada la "Semana Mundial de la Lactancia" que se celebra desde 1992 en los primeros días de agosto en más de 120 países, incluida la Argentina.
La necesidad de dar relevancia a la lactancia materna está ligada a la vida misma del bebé ya que entre sus múltiples ventajas está la protección inmunológica que garantiza buena salud hasta alcanzar la adultez. Para él, y durante los primeros meses, no hay mejor alimento que la leche materna en cuanto a calidad, consistencia, temperatura, composición y equilibrio de sus nutrientes.
Además, el alimento del pecho cambia su composición y se adapta a los requerimientos de la criatura a medida que esta crece y se desarrolla. El pequeño amamantado rara vez presenta enfermedades digestivas, respiratorias, otitis y alergias, según experiencias pediátricas.
Pero más allá del alimento insustituible están los sentimientos que se manifiestan a través de la lactancia materna. Es el factor que la ciencia médica denomina "apego" cuando el amamantamiento comienza después del parto y produce un reconocimiento mutuo entre madre e hijo. Eso despierta en la madre un profundo sentimiento de ternura, admiración y necesidad de protección para su pequeño.
Sin embargo, tres de cada cinco recién nacidos en el mundo no se benefician con esta práctica, señala la OMS, lo que dispara los riesgos para la salud del bebé. Se estima que el año pasado unos 78 millones de recién nacidos esperaron más de una hora para recibir su primer alimento.
La tardanza en el inicio de la lactancia se debe a prácticas muy extendidas en varios países, como la de desechar el calostro y alimentar al bebé con distintos líquidos al comienzo. También incide el número de cesares por elección y la costumbre de separar a la madre del bebé en esos momentos que son clave para la salud de ambos.
