Un problema de estos últimos tiempos es no comprender que a los padres y a los comunicadores sociales les cabe la responsabilidad de proteger a los menores, evitando su exposición tanto en las redes sociales como en los medios de comunicación. Ocurre que esto que parece tan obvio muchas veces no es respetado por ninguna de las partes y se cae en una transgresión que más allá de implicar el no acatamiento a las normas legales en vigencia, vinculadas a los derechos de los niños, se puede llegar a cometer un grave daño a los menores involucrados.
La exposición inadecuada de niños y adolescentes que no alcanzan todavía la mayoría de edad trae aparejada una serie de inconvenientes vinculados a su futuro como individuo dentro de la sociedad y al peligro al que se someten, al difundir abiertamente sus rasgos faciales y corporales, y algunas otras intimidades que pueden llegar a ser hackeadas o utilizadas con fines perversos.
La era de la digitalización hace posible que cualquier imagen o dato esté a disposición de millones de personas. Fotos de menores o datos de ellos pueden alcanzar gran difusión al momento de subirlos a las redes sociales.
La Convención sobre los Derechos del Niño, vigente desde 1994, y la Ley 26.061 de Protección Integral de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes son normas legales que hacen referencia a los derechos de preservar la identidad y la intimidad. Del mismo modo la Ley 26.522 sobre servicios de comunicación audiovisual contiene un artículo específico sobre la protección de la niñez y contenidos relacionados con esta temática.
La empresa AVG de seguridad informática ha contabilizado que tres de cada cuatro menores de dos años tienen fotos subidas a la web por sus mayores, una cifra que preocupa porque demuestra el alto grado de exposición al que están sometidos los niños.
La prensa, particularmente la escrita y televisiva, hacen su aporte ante este problema pixelando las imágenes más comprometidas de niños o adolescentes que se encuentren involucrados como víctimas, autores, partícipes o testigos de una infracción, falta o delito. De la misma forma se procede con los datos, obviando nombres y otros detalles que puedan individualizar a los menores.
Son los padres los que deben ser más cuidadosos y velar por la intimidad de sus hijos, evitando una excesiva exposición en las redes sociales y otros medios de difusión, que lleve a pedófilos y otros cyberdelincuentes a contar con información suficiente para avanzar en sus oscuros propósitos. Como también ofrecer tanta referencias que el niño de hoy pueda sentirse afectado en el día de mañana.