Se ha conocido recientemente un informe de la organización humanitaria Comité Internacional de Rescate (IRC, en inglés) que ha revelado que hay más de 224 millones de niños en edad escolar en todo el mundo afectados por los conflictos bélicos, de antigua data y recientes, y diversos tipos de crisis, que les impide una normal escolarización. Se calcula que de ese total hay unos 72 millones que este año se han visto impedidos en regresar a sus escuelas, ya sea por haber tenido que emigrar hacia otros países o porque la destrucción de pueblos o ciudades lo ha impedido, como está ocurriendo en Ucrania a consecuencia de los permanentes ataques del ejército ruso.
El problema de la falta de escolarización de niños de todo el mundo no es reciente, ya que se ha comenzado a evidenciar desde hace algunas décadas, con graves consecuencias para algunos países como Siria, Nigeria, Colombia y Sudán, a los que se ha sumado ahora Ucrania.
Si bien los conflictos armados son uno de los principales causantes de que no se esté impartiendo debidamente educación a millones de niños, las crisis políticas, económicas y sociales que afrontan algunos países también impiden clases normales, al igual que los desastres relacionados con el clima producto del calentamiento global y de otros fenómenos vinculados al cambio climático.
Por tratarse de una tendencia global, los problemas de escolarización también se están dando en zonas marginales de países que no afrontan conflictos específicos pero que están siendo afectados por diversas crisis que inciden de una u otra forma en las familias con niños en edad escolar. Hay sectores de nuestro país donde a consecuencia de la extrema pobreza y otros problemas propios de las comunidades más carecientes o necesitadas, muchos niños no asisten a clases perdiendo su condición de alumnos regulares. En la mayoría de los casos estos alumnos no pueden ni quieren regresar a clases al año siguiente por lo que pierden su regularidad y la posibilidad de avanzar dentro del sistema educativo.
Se trata de una situación de mucha gravedad que llevará a un mundo dividido casi en partes iguales entre los que los que reciben educación y no lo hacen, o lo que es peor entre futuras personas instruidas y quienes no han tenido posibilidad de acceder a los conocimientos que existen en la actualidad.
Tanto los líderes mundiales como los funcionarios o intelectuales de cada uno de los gobiernos de los países más afectados por esta situación deberían abocarse a tratar de encontrar una solución de fondo a este problema. Algunas organizaciones humanitarias están colaborando para revertir estos casos, pero la dimensión de este fenómeno es tan grande que esta acción resulta insuficiente.
De no corregirse esta tendencia vamos hacia un mundo sin educación donde cada día será más difícil encaminar a las futuras generaciones a un destino de grandeza y desarrollo humano.
