Nadie puede saber a ciencia cierta qué va a acontecer con la pandemia del covid-19 en los próximos meses como para programar eventos masivos que implican un gran esfuerzo organizativo y la erogación de grandes sumas de dinero, que en estos momentos deben ser administradas en forma muy cuidadosa para evitar peligrosos desfinanciamientos en el ámbito oficial. 

La decisión del Gobierno provincial de suspender la edición correspondiente a este año de la Fiesta Nacional del Sol no sólo es una medida acertada desde el punto de vista sanitario, que busca evitar mayores contagios y el colapso de la capacidad de internación de hospitales públicos y sanatorios privados, sino que corresponde a una actitud prudente en momentos en que la provincia atraviesa por una situación de emergencia en varios aspectos de su vida diaria y que están incidiendo en su economía. 

Todo sabemos lo que representa la Fiesta del Sol para San Juan, la vidriera en la que se exhibe su actividad económica, social y cultural, pero también es sensato prever con tiempo su postergación para no caer en gastos excesivos que después se hacen imposible recuperarlos, tal es el riesgo que está corriendo la provincia de Mendoza al haber anunciado la realización de la Fiesta de la Vendimia para marzo próximo, en forma presencial, cuando sus índices de contagio de covid-19 siguen aumentando en estas últimas semanas por lo que está todo condicionado a la situación epidemiológica que se afronte al momento de la fecha del evento. 

Si bien el Gobierno de San Juan, a través del Ministerio de Turismo y Cultura ya tenía todo organizado para febrero próximo realizar la fiesta que este año cumple su 50 aniversario, la suspensión implica un cambio en la forma de festejar este acontecimiento que incluirá un variado programa de actividades culturales y de esparcimiento que se desarrollará a lo largo de todo el año, en espera de que mejoren las condiciones epidemiológicas que hagan más factibles los eventos masivos presenciales. 

La adhesión de la mayoría de los departamentos de suspender sus festejos locales, como lo ha hecho Caucete con la Fiesta de la Uva y el Vino que se realiza todos los años en marzo, es también una muestra de sensatez tendiente a contemplar la grave situación de contagios provocada por la nueva variante de covid-19 y los gastos que se generan en torno a estos acontecimientos si luego no se pueden realizar.