La decisión del secretario de Comercio Interior del Gobierno nacional, Roberto Feletti, de congelar por resolución el precio de casi 1.500 productos de consumo masivo al 1 de octubre último y con obligación de cumplimiento, al no haber llegado a un acuerdo con los empresarios es una medida que de ninguna manera contribuye a solucionar los problemas que origina la inflación en la canasta básica de alimentos, que afecta principalmente a los sectores más carecientes de la sociedad.
Ante de llegar a esta resolución se deberían haber agotado otras instancias de diálogo con el fin de haber implementado algún sistema que resulte realmente beneficioso, como puede ser el de precios cuidados y haber evitado los precios máximos que nunca han dado buenos resultados y que ha llevado a que el referido funcionario exprese que para su cumplimiento apela a la responsabilidad empresaria para evitar la aplicación de sanciones o multas.
Desde la Secretaría de Comercio Interior se tendrían que haber barajado una serie de propuestas para el sector empresario pensadas en mejorar las condiciones de los consumidores con menos poder adquisitivo y no forzar a un sistema que tiene pocas posibilidades de producir una auténtica reducción de los efectos de la inflación en el precio de los comestibles.
Son muy pocas las posibilidades que un congelamiento de precios o la implementación de precios máximos logre aplacar la inflación si no es a través de la disminución de la calidad de los productos que forman parte de la canasta familiar. En ningún momento se ha considerado que ante la actual situación o panorama inflacionario que se está afrontando la única forma de mantener los precios estables es ir bajando la calidad de los productos, algo que las empresas que cuidan su prestigio no pueden hacer. Es en estos casos cuando aparecen los productos de calidad inferior que la gente de menos recursos comienza a consumir.
El sentido común indica la necesidad de buscar un amplio consenso para que entre los gobernantes, empresarios, sindicatos, e incluso la oposición, se alcance la racionabilidad macroeconómica, de manera de generar un clima de confianza y estabilidad, dejando de lado medidas como la implementada en esta oportunidad que no se deberían haberse tomado como una alternativa válida en esta ocasión.
