La apicultura local, una de las más reconocidas a nivel nacional por la calidad de sus productos, afronta en estos momentos uno de los desafíos más grandes desde que comenzó a realizarse sistemáticamente. La escasez de agua que padece San Juan a consecuencia de la falta de nevadas en la cordillera incide directamente en la actividad de las abejas que necesitan del líquido elemento para el desarrollo de sus actividades. También es lo que reduce la humedad que debe existir para una correcta maduración del néctar, que luego se convertirá en miel, y en la floración de las plantas naturales y aquellas que son cultivadas por el hombre, que son indispensables para que las abejas cumplan con su tarea.

La otra gran dificultad que amenaza esta actividad está dada por la cantidad de insecticidas y plaguicidas que se están utilizando en la agricultura, que afectan directamente a las abejas al momento de salir a recolectar el polen. Esto último es un factor negativo que ya se había advertido con debida antelación, pero que sin embargo no se ha tenido en cuenta a la hora de considerar el daño que está provocando en la apicultura al ocasionar el exterminio de las abejas.

Es por todos conocido el gran valor que tiene este insecto tanto para la polinización de las plantas, ya sean autóctonas o cultivadas; la producción de miel en la provincia que es destacada a nivel nacional y en la subsistencia de estos animales que son de fundamental importancia para el mantenimiento de ecosistemas y de la biodiversidad.

Actualmente en San Juan hay más de 242 apicultores con más de 14.080 colmenas, según el Renapa (Registro Nacional de Productores Apícolas). Por su parte la Argentina también es uno de los centros de mayor producción de miel y productos derivados de Latinoamérica, con exportaciones a distintos países del mundo por más de 32.700 toneladas.

Ante la falta de agua, en distintos ámbitos vinculados con la apicultura se considera conveniente que los productores generen dotaciones mediante reservorios acondicionados convenientemente, es decir con elementos de sustentación para que las abejas puedan aprovisionarse del agua necesaria. También es importante preservar las plantas autóctonas o cultivadas preferidas por las abejas como jarillas, chañares, algarrobos, molle, cactus y jume, o alfalfa y lavanda.

Respecto de los insecticidas es necesario que se tome conciencia del daño que se comete y planificar las épocas en que se debe hacer uso de ellos.