La mayoría de los ciudadanos estadounidenses se declara independiente en materia política y por ello es sensible a las gestiones gubernamentales analizándolas seriamente sean republicanas o demócratas. No obstante, como ocurre en toda democracia, las autoridades electas tienen un período de gracia, en particular con los nuevos ocupantes de la Casa Blanca y Joe Biden no ha sido una excepción no obstante el amplio consenso que lo llevó al poder.

Por eso el índice de aprobación de la ciudadanía es implacable en todo nuevo gobierno y el termómetro político acaba de revelar que al presidente demócrata se le terminó la luna de miel con los electores, llegando a su nivel más bajo desde que asumió su mandato: cayó del 55% de aceptación en junio al 48% cuando falta poco para terminar julio.

Aún así, la aprobación ciudadana en este lapso es mucho mayor a la registrada por Donald Trump, que se situó en el 38,8% y también la obtenida por Bill Clinton, que terminó el segundo trimestre con una popularidad del 44% en su mandato. Sólo Barack Obama gozó del 62% de aceptación popular, aunque deben considerarse situaciones particulares de cada uno del momento en que se tomaron estas mediciones.

La pandemia de coronavirus cambió todo, desde el humor de la gente hasta las variables económicas, incluso en la nación más poderosa de la tierra. Los progresos logrados por Estados Unidos en la lucha contra el covid-19 se han deteriorado por la resistencia de una parte de la población a vacunarse, con el consecuente aumento de los contagios. La amenaza de nuevas y más virulentas cepas aumenta el temor y aleja las previsiones para volver a una normalidad aceptable.

El termómetro de la convivencia norteamericana es la economía, que continúa recuperándose, aunque el índice de desempleo ha bajado al 5,9% a la vez que los especuladores financieros cosechan valores prácticamente sin precedentes. A los consumidores les preocupa la suba de precios como el de los combustibles líquidos y en el marco institucional sigue pendiente el consenso bipartidista prometido por Biden para cerrar las heridas políticas dejadas por Trump.

En el plano internacional las miradas están puestas en las cifras de estas encuestas porque cualquier variable que implique preocupación repercute en el mundo, empezando por los números de la economía y la referencia del dólar sobre el cual se mueve el sistema financiero internacional.