Como lo hace anualmente, la Real Academia Española (RAE), acaba de presentar la actualización 23.5 del Diccionario de la Lengua Española incorporando 3.836 modificaciones elaboradas en colaboración con las 23 academias de la lengua de América latina, precisamente porque las mayores acepciones surgen de este lado del Atlántico.

El trabajo es tan dinámico que implica análisis, consultas y seguimiento de usos y costumbres, además de aceptar vocablos como sinónimos según en qué lugar se use, caso de "audífono" o "auricular" si la palabra se dice en Europa o en América. Pero las mayores incorporaciones fueron impulsadas por la pandemia, por eso el récord de nuevos vocablos directamente vinculados a la situación sanitaria, ya que es mejor decir "confinamiento" que el anglicismo "lockdown", al hablar de cuarentena.

También los términos "emergenciólogo" y "urgenciólogo" usados en distintas regiones de hispanoamérica para referirse a especialistas en atención hospitalaria y urgencias médicas, o vacunología. Y castellanizar como "covidiotas", término acuñado en EEUU contra los antivacunas o personas que no respetan medidas sanitarias e inmunológicas y ponen en riesgo a los demás.

Pero más allá de los vestigios de la pandemia en el diccionario, resulta trascendente el trabajo de la RAE y de las diferentes academias asociadas para dar lugar a la digitalización y tecnificación de nuestros tiempos, con vocablos nacidos en Internet, las redes sociales y las nuevas tecnologías. Ahora son parte de nuestra lengua términos como bitcóin, bot, ciberacoso, ciberdelincuencia, criptomoneda, geolocalizar o webinario, por ejemplo.

Entre las sorpresas se acepta "poliamor", definido como relación erótica y estable entre varias personas con el consentimiento de todas, y tampoco quedan al margen vocablos típicos de pueblos originarios, por ejemplo "quinoa", voz de origen quechua, tal vez poco conocida en gran parte de los 600 millones de hispanoparlantes del mundo, una cifra en permanente ascenso.

Lo realmente trascendente es que no existe en el mundo una lengua tan actualizada desde que se fundó la RAE en 1713 con la misión principal de velar por los cambios que experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes, según sus estatutos. Y rechaza las tendencias ideológicas como el absurdo lenguaje inclusivo.