En las últimas semanas se ha hecho evidente cómo sectores de la oposición al Gobierno nacional y del kirchnerismo han comenzado a agitar las aguas en busca de lograr instalar un estado de conflictividad permanente. Distintos gremios, entre ellos los que representan al sector docente; el pseudogremio de los metrodelegados del servicio de subtes y varias organizaciones sociales generaron focos de conflictos con la excusa de llevar adelante reclamos salariales, mejores condiciones dentro de las negociaciones paritarias; situación tarifaria y hasta la oposición al acuerdo del Gobierno con el FMI. En estos momentos cualquier motivo es valedero para disponer un paro, realizar una manifestación y motivar caos y convulsión en las calles o en los subterráneos, dejando a la mayoría de la gente sin servicios esenciales.

En relación a que en las próximas semanas se prevé un recalentamiento de la situación social, en relación a que han sido anunciadas numerosos actos de protestas, por parte de organizaciones sindicales y sociales, se ve muy bien que el Gobierno haya salido a advertir que, a partir de ahora, será inflexible ante los delitos que se cometen en el marco de esas manifestaciones. Ha dicho que no tolerará excesos, como cortes de vías férreas, ni acciones violentas con palos o encapuchados. Para cada uno de estos casos hay normas legales en vigencia que pueden ser aplicadas convenientemente y que ha llegado la hora de implementar para evitar mayores inconvenientes a la comunidad. No puede ser que cada uno de estos sectores inicien los reclamos, como corresponde, en sus respectivos ámbitos y que luego, como si fuera una norma establecida, salgan a las calles y avancen hacia el centro porteño, obstaculizando la normal circulación y adueñándose de ámbitos públicos, en los que muchas veces cometen grandes desmanes.

Corresponde tanto a los demandantes como a las autoridades agotar todas las instancias de diálogo antes de salir a protagonizar absurdos enfrentamientos en las calles que no conducen a nada. Existe una infinidad de alternativas, todas basadas en el diálogo, para alcanzar mejoras o acuerdos ante cada uno de los reclamos sectoriales. Dadas las condiciones de nuestro país, debemos evitar la permanente confrontación demostrando que estamos predispuestos a actuar civilizadamente.