Las organizaciones humanitarias y la comunidad internacional deben movilizarse urgentemente para socorrer al país más pobre de nuestro continente y devastado primero por un terremoto de gran magnitud y por el huracán Matthew, el mes pasado, que a su paso por suelo haitiano dejó un saldo de al menos 573 muertos y 75 desaparecidos y casi 2.000 millones de dólares en daños. En este cuadro desolador sobrevive una población que requiere asistencia humanitaria por carecer de alimentos y servicios básicos.
Argentina ya se hizo presente con otra misión de los Cascos Blancos que brindaron atención médica a la población de Jérémie, una de las localidades devastadas por fenómeno climático del 4 de octubre último, pero toda ayuda parece poca en una nación muy vulnerable cuya población está desamparada y conmocionada.
Por eso organismos de las Naciones Unidas como la FAO, Unicef y el Programa Mundial de Alimentos han lanzado un llamamiento global para asistir a Haití con alimentos a unos 800.000 haitianos en la zona arrasada por el huracán destruyendo no solo los cultivos sino las cosechas almacenadas y obras de infraestructura. Aquí se busca controlar, además del hambre y la salud por una epidemia de cólera, normalizar las actividades y en particular la producción agrícola y ganadera frente a la inminencia de la temporada de siembra de invierno.
Un 80% de los hospitales y centros de salud en Grand’Anse fueron dañados por el huracán y otros siete nosocomios han quedado inoperativos, en tanto más de 700 escuelas han sido afectadas y unos 86 institutos están siendo usados como refugios temporales causando la interrupción de las clases para al menos 150.000 niños, dice Unicef.
