La ascendente práctica de recurrir a la gestación subrogada, o alquiler de vientre, para reemplazar el tradicional método de padres gestantes, ha generalizado una protesta global por razones éticas y morales que denigran a la mujer y constituyen una grave violación a los derechos humanos, según una denuncia radicada en la Organización de las Naciones Unidas.
Unas 90 organizaciones feministas de 17 países han conformado un movimiento para reclamar a los diferentes gobiernos del mundo que prohíban este método y se pronuncien públicamente en la Asamblea General de la ONU, que se celebra esta semana, a favor de los derechos de las mujeres y de la infancia, vulnerados por el negocio de la gestación comercial.
El pedido y el momento no son casuales, ya que a juicio de los demandantes el Fondo de Población de las Naciones Unidas y el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, buscan influir en los gobiernos, en particular de países en desarrollo, para legalizar el alquiler de vientres. Unos y otros buscan impulsar el cese de esta subrogancia.
Los peticionantes, por estiman razones éticas y morales que denigran a la mujer y al recién nacido, y el organismo internacional apunta al negocio en sí, que mueve millones de dólares y solo está regulado en algunas naciones desarrolladas. En la Argentina no existe legalización ni tampoco ninguna entidad la pide, ya que el tratamiento es privativo de pocos por su altísimo costo.
En Estados Unidos, donde el tratamiento está autorizado, se debe disponer de entre 140 y 150 mil dólares para pagar a todos los involucrados: agencia, abogados, centro médico, obstetra, donantes de óvulos y esperma. Además, la madre subrogada cobra 40 mil dólares si el embarazo es normal. Eso es lo que habrían desembolsado algunas figuras de nuestra farándula que exhiben sus experiencias mediáticamente.
Si bien en algunos países está permitida la subrogación altruista, con la única retribución económica para compensar gastos de gestación, la motivación del movimiento condenatorio mundial es por el comercio que se expande, en particular en mujeres para ganar dinero fácil. Pero también el sistema se perfecciona, de manera de poder elegir genéticamente un bebé a pedido de los interesados.
Más allá de lo que ya se califica de "industria de la subrogación”, está la cuestión ética y moral cualquiera sea la creencia y respeto por la concepción natural como principio del ser humano.
