En el ámbito de la Iglesia Católica el mes de octubre adquiere especial relevancia por varios motivos, pero uno de los más destacados es que este mes es considerado como el ‘mes de las misiones”. Durante este período, esta institución se dedica especialmente a despertar y avivar el espíritu misionero en todos los fieles a nivel mundial, un hecho que trasciende el carácter religioso para convertirse en un acontecimiento que busca que todos los hombres de buena voluntad se aboquen a colaborar de cualquier manera en ayuda del prójimo.
En un principio el espíritu misionero tiene estrecha relación con la posibilidad de participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia, pero también es necesario comprender que la tarea de los misioneros en la actualidad va más allá de dar testimonio sobre la presencia de Cristo y se extiende a estar presente en cuenta oportunidad exista de colaborar o ayudar a un semejante.
Existen numerosas formas de promover el espíritu misionero, desde salir por el mundo a dar testimonio de Jesús hasta colaborar con la más pequeñas de las instituciones de bien público que existe en el país, la provincia, el departamento o el barrio.
Se dice que el estilo del misionero es el de la persona humilde y dócil al Espíritu Santo. Aquella que busca la comunión con Jesús en función a que Él es la fuente y el dinamismo para la comunión con nuestros hermanos.
Santa Teresita es la Patrona de las Misiones desde 1927 en que el Papa Pio XI la declaró señalando que esta Santa ha dejado un mensaje misionero excepcional por su sencillez y profundidad. Sin salir de su convento, se convirtió en una verdadera misionera que nos enseña aún hoy la importancia de la colaboración espiritual con las misiones.
En los tiempos que corren el espíritu misionero debe estar presente en cada rincón de la provincia, donde existan necesidades y las comunidades puedan ser asistidas con la palabra de Dios y con ayuda material que en algunos casos es imprescindible y necesaria en forma urgente. Dentro de este panorama hay que volver a iniciativas que en algún momento solucionaron el problema de mucha gente: la implementación del ropero social, para colaborar con vestimenta; la heladera social, con alimentos en buen estado que son desechados y que pueden ser aprovechados por la gente más necesitada y otras iniciativas similares.
La solidaridad debe estar presente en cada ser humano o entidades de bien público, no para promover la dádiva sino para asistir en caso de necesidad. De esta manera hay que promover la ayuda a todas las organizaciones que se dedican a esta tarea y que lo hacen sin fines de lucro ni con objetivos políticos partidarios.
