Se dice que la inflación es un fenómeno que actúa como un impuesto para toda la sociedad, pero que es especialmente más duro contra los sectores más vulnerables, es decir los pobres. Esto quiere decir que el permanente aumento de los precios, si bien es un mal generalizado, impacta con más dureza en los sectores más carecientes, incapaces de generar mecanismos de protección ante la permanente depreciación de los recursos para subsistir y la suba de precios a la que se enfrentan diariamente. A la vez, se trata de una distorsión que cada vez genera más pobreza, por lo que termina afectando en lo más profundo la vida diaria de amplios sectores de la población. 

Nuestra sociedad viene soportando este flagelo desde el siglo pasado, ya que entre 1975 y 1990 el país registró altos índices de inflación, llegando en el período 1989-1990 a alcanzar el 3.000%, en un fenómeno de hiperinflación que socavó las estructuras de la economía nacional. Ya en el nuevo siglo, entre 2018 y 2019 la Argentina tuvo otros picos inflacionarios con el 47,6% y 53,8% respectivamente, hasta el año 2022, en que con el 94,8% alcanzó el mayor índice desde la hiperinflación del ’91, convirtiéndose en el segundo país de América latina con mayor inflación, después de Venezuela.

Como se conoce, las perspectivas para este año no son las mejores ya que el efecto de arrastre de la economía y la falta de medidas de fondo para cambiar el rumbo del país, incidirán para que nuevamente haya un índice inflacionario contraproducente para el desarrollo económico. Por otra parte destacados expertos en economía sostienen que el 2023 va a ser complicado por ser un año electoral, con menos exportaciones de granos a consecuencia de la sequía y un Estado que no está dispuesto a bajar el gasto público, ni modificar la política tributaria, ni reducir los niveles de emisión monetaria, aspectos que inciden en la inflación. 

Hay que entender que la inflación puede generarse por diversas causas, pero las más relevantes son: la inflación por consumo, cuando la demanda crece más rápidamente que la oferta; la inflación por costes, cuando las empresas suben el precio de sus productos para mantener márgenes de beneficio; la inflación autoconstruida, ante expectativas futuras de suba de precios y el aumento de la base monetaria que incide en el aumento de la demanda sobre la oferta. 

Las causas directas por las que aumenta la inflación y a las que habría que apuntar para solucionar este grave problema es que la demanda puede aumentar por la cantidad de dinero en circulación, producto de la emisión monetaria. Otro punto es que hay aumentos de impuestos por la precariedad económica, lo que es muy grave si tenemos en cuenta que en la Argentina actualmente hay 167 impuestos en vigencia a nivel nacional, provincial y municipal, gran parte de los cuales afectan al empresariado, es decir a la producción. Atacar estos puntos es crucial para contener la inflación y hacer que el país se reencauce en un esquema de crecimiento económico en el que este flagelo no incida negativamente como lo está haciendo hasta ahora.