El avance en el país, en estos últimos años, de la celebración de Halloween o Día de las Brujas -arraigada costumbre norteamericana que coincide con la festividad católica de Todos los Santos- dio lugar ahora a numerosas muestras de rechazo, en un claro intento por defender nuestras costumbres y desechar la penetración cultural, a través de un festejo no identificado con nuestra idiosincrasia.
Desde distintos sectores de la comunidad y, especialmente, a través de las redes sociales, se han difundido mensajes invitando a la ciudadanía a oponerse a Halloween por considerarla una costumbre importada que no es beneficiosa en la formación de valores sociales. Estos mensajes se han basado, fundamentalmente, en contraponer nuestras costumbres y tradiciones al hábito de festejar con disfraces macabros, para infundir miedo o terror en una noche destinada a ese objetivo.
La Noche de Brujas proviene de una vieja costumbre de los Celtas, un pueblo guerrero que habitaba zonas de Irlanda, Inglaterra, Escocia y Francia hace 3.000 años. Con la inmigración europea a los Estados Unidos la tradición de Halloween llegó al continente americano, donde adoptó una modalidad muy particular. Cada vez que se habla de esta recordación se piensa en disfraces, maquillaje, fiesta, dulces y niños, aunque todo está asociado con los muertos, las almas en pena, las brujas y los hechizos. Si bien el ritual comienza el 31 de octubre en la noche, está directamente vinculado a las recordaciones del 1 y 2 de noviembre, Día de todos los Santos y de los Fieles Difuntos, o "Fiesta de las ánimas”, que en otras épocas mucha gravitación en nuestro medio.
En coincidencia con la campaña en nuestro país contra Halloween, en todo el mundo surgieron iniciativas para potenciar la conmemoración del Día de todos los Santos y los Fieles Difuntos según la tradición católica. Distintas entidades, con el apoyo del clero, organizan misas con la adoración del Santísimo, y han promovido disfraces en niños y jóvenes, como ocurrió ayer en nuestra ciudad, pero transmitiendo paz, alegría y belleza, en vez de oscuridad y violencia, según los organizadores.
Un cambio de actitud que se vincula a la necesidad de dar importancia a nuestras propias costumbres, sin necesidad de importar comportamientos que no nos aportan nada positivo.