En un intento por mejorar las condiciones ambientales de las principales cuencas hídricas de la provincia de Buenos Aires, a poco de iniciarse los trabajos de saneamiento en la zona del Riachuelo, se ha comenzado con las primeras obras para recuperar el río Reconquista, en el Noroeste bonaerense. Se trata de la segunda cuenca más contaminada de todo el país, en la que vive actualmente más del 40% de la población de Buenos Aires, por lo que las malas condiciones en que se encuentra ha provocado un insistente reclamo de los vecinos de las ONGs de la zona norte.

Los trabajos iniciados son a largo plazo, representan una inversión millonaria y tienen como principal objetivo devolver la calidad ambiental a una cuenca en la que están radicadas importantes poblaciones como Tigre, San Fernando, San Isidro, Vicente López, Tres de Febrero, San Martín, San Miguel, Hurlingham, Ituzaingó, Morón, Moreno, Merlo, General Rodríguez y Marcos Paz.

Las obras están impulsadas a través del Comité de Cuenca del Río Reconquista (Comirec) y consensuado con vecinos, universidades y los 18 municipios involucrados. Entre todos quieren preservar el recurso hídrico, mitigar la contaminación industrial y reasentar a las familias ubicadas en zonas vulnerables.

La contaminación de la cuenca se debe en gran medida a la falta de planificación de administraciones anteriores y al desordenado crecimiento poblacional que se ha dado en los últimos 3 años, con un incremento del orden del 53% de la cantidad de asentamientos. Todo esto, sumado a la falta de redes cloacales y el escaso control de unas 22.000 industrias que arrojan al río sus efluentes sin tratamiento.

Los trabajos se realizan con fondos del BID, que ha dispuesto un préstamos de 280 millones de dólares para sanear este cauce a lo largo de sus 1.670 km2.

El proceso de saneamiento es complejo ya que implica el entubamiento de arroyos y zanjones; la liberación de cursos de agua y la ampliación de las redes cloacales de algunos distritos. También está previsto caminos a los costados del río, con veredas y alumbrado público, bici sendas y puentes en cruces de arroyos, zanjones y vías férreas.

Una obra tan colosal como necesaria que requerirá de la buena voluntad de varios sectores, para determinar dónde están las mayores falencias y avanzar en una solución que mejorará la calidad de vida de millones de personas.