Ni a Sergio Massa, ni a Javier Milei, los dos presidenciales que llegaron a la instancia final de las elecciones 2023 en las que se decidirá quién ocupará a partir del 10 de diciembre y por cuatro años el Sillón de Rivadavia, les queda mucho tiempo para replantear lo hecho hasta ahora durante el proceso eleccionario y reorganizar sus estructuras, con la incorporación de posibles nuevos aliados, para alcanzar el triunfo en esta última y definitiva etapa. Lo cierto es que ninguno de los dos la tiene fácil y que tendrán que hacer grandes esfuerzos para alcanzar el triunfo, aunque esto no quiera decir que tengan que convertir al balotaje en una feria, sumando nuevas adhesiones de partidos o frentes electorales con los que hasta hace poco estuvieron confrontando. Ganar el balotaje no debería implicar solamente tener más votos, sino contar con la propuesta más adecuada para sacar al país de la crisis en la que está inmerso pero que por ahora, al parecer, es lo que menos preocupa a los candidatos y sus entornos.
Al llegar a esta instancia, que se definirá el 19 de noviembre próximo, los dos candidatos saben que han tenido aciertos y errores y que este es el momento de tratar de enmendarlos llegando a la ciudadanía con un mensaje más claro referido a qué es lo que piensan hacer de llegar a la presidencia de la Nación. El sector de indecisos o que pertenecen a las tres fuerzas políticas que quedaron en el camino (Juntos por el Cambio, Hacemos por nuestro país y Frente de Izquierda) serán los votos a captar y los que, sin duda, marcarán la diferencia.
Massa, el candidato que más creció en esta última etapa, sigue insistiendo en la conformación de un gobierno de "unidad nacional" llamando a los mejores sin importar su fuerza política, pero sin ofrecer mayores precisiones en cómo se realizará esa convocatoria. El actual ministro de Economía confía en su capacidad de diálogo en relación a su experiencia al pasar por la presidencia de la Cámara de Diputados, donde pudo establecer acuerdos con la mayoría de los sectores. De esta forma intentará seguir explotando su perfil conciliador que tan buen resultado le dio, intentando que el desgaste por estar al frente de la cartera económica, con una inflación descomunal, siga sin incidirle en la suma de votos.
Por su parte, Milei tendrá que revertir muchos de sus excesos para llegar a acuerdos que le permitan conseguir los votos que le faltan. Algunos de los errores que ahora debe subsanar son el excesivo ataque a Juntos por el Cambio, en la figura de su candidata Patricia Bullrich. El pacto con el sindicalista Barrionuevo. La negación de conceptos como el del cambio climático. El enfrentamiento a la Iglesia Católica. El protagonismo negativo de algunos de sus colaboradores como la ahora diputada electa Lilia Lemoine y el abuso en el uso de la motosierra mientras los oponentes alimentaban el miedo al "ajuste salvaje" propuesto por el libertario.
A 25 días del balotaje, un final abierto en el que se agudizará el ingenio para alcanzar el triunfo. Ojalá que esto se materialice en mayores propuestas en áreas que han estado flojas como educación, salud y el nivel de pobreza e indigencia de la gente, y la decisión de avanzar con un gobierno que esté abierto a las distintas expresiones del pueblo argentino.
