Desde todo punto de vista lo que hicieron los senadores nacionales argentinos es totalmente reprochable. La premeditación con la que se actuó, al acordar en comisión lo que después se trataría en el recinto sin que hubiera mayores objeciones; el hecho de dejar como último punto del orden del día para tratarlo al final de la sesión en unos pocos segundos, como para que nadie se diera cuenta, especialmente los medios de comunicación, y finalmente el abusivo porcentaje aprobado del 170% que hizo que los sueldos, en promedio, pasarán de 1,5 millones de pesos a 4,5 millones, pudiendo algunos de ellos ascender a dos millones más por extras de representación y desarraigo.
Lo acontecido en el Senado de la Nación, con el escandaloso aumento de las dietas, generó en todos los sectores de la sociedad el más enérgico repudio por tratarse de una maniobra que ha sido catalogada como una de las más indecorosas y carente de ética de los últimos tiempos. Lo que más ha molestado a la gente es que este excesivo aumento se da en el preciso momento que todos los sectores laborales pugnan en sus respectivas paritarias ante la negativa del Gobierno nacional a homologar acuerdos que estén por sobre el índice de inflación del mes de marzo que fue del 11 por ciento.
En estos pocos meses de gobierno de la actual gestión han sido varios los sectores políticos que han intentado mejoras de sus haberes tanto en concejos deliberantes, legislaturas provinciales y el Congreso Nacional, pero hasta ahora no lo habían concretado por decoro o atentos a la difícil situación económica por la que atraviesa el país y los distintos sectores que representan la fuerza laboral de la nación.
A pesar de que desde la Nación se ha estado pregonando la necesidad de achicar las plantas políticas y el personal contratado de la administración pública en todos sus niveles, manteniendo dentro de lo posible el nivel salarial, a lo único que se han aventurado algunos intendentes y gobernadores es a realizar un ajuste relativo que, si bien se ha percibido como duro, no alcanza para contar con un Estado eficiente que no se convierta en un agujero negro que malgasta los dineros público.
El Senado con esta actitud ha demostrado la desconexión que tiene con los grandes problemas que padece el país, y que afecta la política económica de los últimos meses para contener la inflación.
La solución a esta situación va a resultar dificultosa, ya que dejar sin efecto la dieta aprobada por el senado a espalda de muchos de sus miembros es una medida posible pero compleja desde el punto de vista legal, que de todas formas tendrá que intentarse.
La comunidad del país está muy molesta con la manera en que han procedido los senadores, porque ha quedado demostrado una vez más que sus intereses particulares nada tienen que ver con el esfuerzo que está haciendo la gente ante una situación económica difícil que se está tratando de superar. El senado es parte del poder legislativo y uno de los organismos que rige la democracia, pero sus senadores están lejos de ejercer su mandato como un servicio público, con solidaridad y actuando por el bien común.