De acuerdo a un informe de la Secretaría de Energía de la Nación, en julio último se alcanzó un pico histórico de aporte de energía abastecida a partir de fuentes renovables con el 24,11% de la demanda eléctrica de la Argentina. Esa generación máxima de fuentes solares, eólicas, nuclear, e hidroeléctricas es trascendente porque ha marcado todo un récord, pero está lejos de la renovación de la matriz generadora convencional impulsada por hidrocarburos causantes de las emisiones de carbono.
Este ejemplo se da en todo el mundo, en mayor o menor medida, ya que si bien las inversiones en energías renovables han aumentado, no son suficientes para combatir el cambio climático, según los objetivos pactados en el Acuerdo de París firmado por 195 naciones en 2015 en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático y que entró en vigor un año después para reducir los riesgos de las emisiones de gases de efecto invernadero.
La responsabilidad de los firmantes se centraba en los esfuerzos para mantener la temperatura global promedio por debajo de los 2 grados Celsius a partir de los niveles pre-industriales de manera de reducir significativamente las emisiones que han alterado el clima del planeta y con la gravedad de entrar en una etapa de no retorno. Las alteraciones climáticas actuales son sólo insinuaciones de lo que podría ocurrir en las próximas décadas.
Un último informe de las Naciones Unidas sobre el clima señala la resistencia de la industria que lidera esta lucha ambiental porque si bien las energías renovables aumentaron están por debajo de lo que necesitan las naciones y empresas para cumplir con sus objetivos. Sólo el 58% avanzó en la estrategia de producir energía sustentable y el resto sigue con proyectos demorados y promesas de renovar sus compromisos, como en la gestión de Joe Biden de volver al pacto, luego de que Trump lo diera de baja en EEUU.
Por eso deben acotarse los plazos de reconversión aunque se han fijado límites, caso de la electrificación automotriz, que junto con la automatización y la inteligencia artificial reducirán los costos de producción y con mayor eficiencia las emanaciones serán mucho menores. El problema climático es también cultural, porque no se toma conciencia del riesgo de vida de la población, y como consecuencia no se cambia la tendencia a reconvertir la matriz generadora y también porque las políticas económicas no favorecen la inversión y financiamiento en energía limpia.
