Ha sorprendido a los analistas económicos las afirmaciones de funcionarios nacionales sobre las polémicas negociaciones con diferentes laboratorios fabricantes de vacunas contra el coronavirus, incluyendo la provisión del fondo internacional Covax organizado por la OMS, la Comisión Europea y Francia, con el fin de garantizar el acceso equitativo de la vacuna a los 172 naciones que lo integran, incluyendo Argentina. Pero nuestro país puso limitaciones al suministro por "razones de costos", según el Ministerio de Salud.
La falsa disyuntiva entre salud y economía, impuesta por las autoridades para priorizar la atención de los enfermos por covid-19, ha quedado al descubierto, y más bien se trata de una inoperancia con 80.000 muertos y uno de los más bajos índices de vacunación en el mundo. Sólo 43.000 millones de pesos están previstos para la compra de vacunas y traslados, de los $164.591 millones destinados a la crisis sanitaria cuya mayor erogación va a los planes sociales y subsidios para paliar las cuarentenas.
El costo de internación diario de un paciente en terapia intensiva equivale a 12 personas vacunadas promediando el precio de las distintas vacunas, pero si se lo relaciona con las más baratas, caso de la Sputnik rusa, alcanza a 29 inoculados.
Este cálculo es sólo comparativo entre unidades de terapia intensiva frente a la vacuna, pero si se le agregan los días de aislamiento y la pérdida de unos 500.000 millones por las últimas restricciones sanitarias, se estaría ante una pérdida equivalente al 3% del PBI, todo por la política desacertada para enfrentar la pandemia.
Además el Gobierno monopolizó todo lo inherente a las vacunas, sin abrir también el manejo a las provincias desde un primer momento y sumar a la actividad privada, de manera que la población que hubiese podido pagar de su bolsillo 3.000 pesos por las dosis individuales cubriría los costos de la inoculación gratuita a los carecientes, los de cada cama de terapia intensiva, y salvando cientos de miles de personas al facilitar recursos al plan oficial.
Estos son números indicativos de una pésima gestión, con destrucción de miles de puestos de trabajo, cierre de empresas y paralización el aparato productivo, pero dejando de lado la frialdad de las cifras, son las pérdidas humanas las que cuentan como valor irreparable, más si se hubiesen podido salvar dejando de lado compras de vacunas con sentido geopolítico, a cuenta gotas, y generando sospechas por la discrecionalidad vacunatoria.
