Nicolás Maduro dejó de lado las especulaciones sobre supuestos complots extranjeros para asesinarlo, como una forma de terminar con su gobierno, y ahora salió en persona a denunciar a Estados Unidos, Brasil y Colombia de orquestar un plan destinado a poner fin a la dictadura chavista y advirtió a esos países que tiene "amigos" para salir en su defensa. Al mismo tiempo se conoció la presencia de bombarderos rusos y el envío de buques de guerra iraníes a Venezuela.
En los seis años que Maduro está en la presidencia venezolana ha hecho decenas de denuncias acerca de que Washington, la oposición venezolana y los movimientos de derecha de América latina orquestan planes para derrocarlo. Pero la hostilidad hacia la región aumentó en los últimos días a medida en que se aproxima el 10 de enero, la fecha en la que el dictador iniciará un nuevo período presidencial.
En esta oportunidad la retórica del mandatario aumentó la tensión por la presencia militar de potencias extranjeras en el país caribeño, como dos bombarderos estratégicos rusos Tu-160 con capacidad de transportar misiles nucleares, un avión carguero An-124 y uno de pasajeros Il-62, todos con sus dotaciones y pertrechos. Estas aeronaves intervendrían en ejercicios convenidos con Moscú. Con igual fin arriba una misión de Irán con destructores furtivos de nueva generación.
Estos barcos, portadores de helicópteros y armamento antisubmarino y antiaéreo, permanecerían cinco meses en las aguas venezolanas. En todos los casos la presencia militar representa una provocación que amenaza el equilibrio geopolítico regional, como ha señalado el presidente de Colombia, Iván Duque, recordando la vigencia del Tratado de Asistencia Recíproca.
Los dichos de Maduro y la presencia militar de sus "amigos" tienen dos lecturas en el plano estratégico. Por una parte están las expectativas de las mayores sanciones que la comunidad internacional aplicará a Maduro al iniciar un nuevo período presidencial que no es reconocido por gran parte de la región debido a una elección fraudulenta con la oposición excluida.
Por otro lado la presencia militar rusa e iraní no implica levantar armas para defender a Maduro sino enviar una clara señal de que tanto Moscú como Teherán tienen intereses e inversiones que se verían amenazadas en una Venezuela aislada del mundo. También dar a entender a la Casa Blanca que cualquier intento para resolver la crisis venezolana debe tener el visto bueno ruso.
