La sequía que está afectando a casi todo el país es la causa de numerosos incendios forestales que se hacen muy difíciles de controlar, precisamente por la escasez de agua en ríos y lagos, y la disminución de lluvias y nevadas, que son las que aseguran la humedad del ambiente, minimizando el origen de focos ígneos.

En lo que va del año se han registrado grandes incendios en el Litoral argentino, en las zonas de los Esteros del Iberá y en el Delta del Paraná. También en el norte, en la zona de Chaco, Formosa y Salta donde fueron afectadas más de 100 mil hectáreas de bosques autóctonos; en el sur en Neuquén, Santa Cruz y Tierra del Fuego, y en Córdoba, en Capilla del Monte, donde se ha producido el último gran incendio forestal, en inmediaciones del cerro Uritorco. Respecto de esta última catástrofe, que tuvo lugar a partir del 22 de julio existen evidencias de que fue por negligencia de la gente que concurre hasta esa zona. A pesar de los grandes esfuerzos realizados por organismos competentes el fuego se propagó obligando a muchos lugareños a autoevacuarse dejando sus viviendas para ponerse a salvo. Los focos de incendio perduraron hasta el miércoles 26, fecha en la que recién se pudo establecer que se había contenido, aunque proseguía el estado de alerta mediante la denominada "guardia de cenizas".

Este gran incendio de la flora autóctona da idea de las graves consecuencias que pueden llegan a tener estas catástrofes en épocas de mucha sequía, cuando no se cuenta con todos los recursos para combatirlos de una manera efectiva.

Afortunadamente, la región de Cuyo, incluyendo La Rioja y otras provincias del norte, no se han visto afectada en los últimos tiempos por incendios graves. Las siempre proclives Sierras de Valle Fértil no ha registrado hasta ahora incendios de grandes proporciones, lo que no quiere decir que no hay que estar preparados para una eventual desastre, que se puede presentar de un momento a otro.

En esta misma columna de opinión se ha advertido en varias ocasiones sobre la necesidad que existe, especialmente en San Juan, de contar con reservorios de agua acumulada para ser utilizada en casos de incendio de campos en zonas alejadas. Esas cisternas de agua deberían ubicarse en los accesos a cada uno de los departamentos para posibilitar a los cuerpos de bomberos de la provincia o voluntarios departamentales contar con un lugar debidamente equipado para operativos de control del fuego. El Servicio Nacional del Manejo del Fuego debería agilizar sus intervenciones en caso de incendios forestales en un permanente contacto con todas las jurisdicciones. Insistir con las medidas de prevención que parten de la regla básica de evitar dejar fuegos encendidos o brasas que se pueden reavivar con el viento, es lo que puede llegar a evitar estos fenómenos. Lo demás es no quemar pastizales, fumar dejando colillas encendidas o cualquier otra acción que pueda provocar que los pastos o montes secos sean alcanzados por las llamas.