El problema de la falta de valores que afecta desde hace un tiempo a nuestra sociedad, está vinculado estrechamente con las dificultades que la familia moderna encuentra a la hora de transmitir normas de conductas que son necesarias para forjar los ciudadanos íntegros que el país necesita. El giro experimentado por la institución familiar, respecto de su conformación y los roles que le toca a cada uno de los progenitores, ha hecho que así como hay casos en que los papás se acercan a sus hijos compartiendo la tarea de la crianza y educación con la madre, hay otros que aprovechan el nuevo concepto familiar para desentenderse o alejarse de obligaciones inherentes. Ese comportamiento, denota una marcada falta de madurez de jóvenes que han llegado accidentalmente a ser padres o que no están debidamente preparados para afrontar semejante responsabilidad. Son ellos los que deben tomar conciencia del compromiso asumido, al haber traído un hijo a este mundo, y realizar el mayor de los esfuerzos por cambiar de actitud para constituirse en ejemplo de lo que se desea que sea ese retoño.

Sin duda que no se trata de una tarea fácil. Por el contrario, hay que sobreponerse a un estilo de vida que muchos padres jóvenes no quieren abandonar. Para algunos el sacrificio es grande, especialmente cuando no pueden prescindir de habituales salidas, grupos de amigos y largas horas fuera del hogar, que hace que se establezca un contacto mínimo con los hijos haciendo que estos crezcan sin un modelo paterno conveniente.

A manera de sugerencia, para lograr una mayor y mejor interrelación entre padres e hijos, destacados especialistas en el tema consignan una serie de pautas a tener en cuenta para orientar la formación de los niños de la mejor manera posible. Señalan que es necesario que los progenitores pasen más tiempo de calidad con los niños y aprendan a conectarse emocionalmente con ellos. De esta manera disfrutarán de la paternidad convirtiéndola en un hábito constructivo. También aconsejan generar un clima de afecto y comprensión, que favorezca el desarrollo emocional del pequeño, fomentando su autoestima y confianza. Finalmente se recomienda ofrecer al hijo pequeño un buen modelo a seguir, basado en la responsabilidad, el afecto y el buen trato. Cada uno de estos comportamientos actuarán como espejo contribuyendo con la formación de los valores sociales y morales.