Por la cuarentena global, prácticamente todo el transporte de pasajeros está paralizado en sus modalidades, con pérdidas económicas sin precedentes, pero en este colapso generalizado las aerolíneas son las más perjudicadas por el volumen de usuarios, la cobertura mundial y las enormes deudas contraídas por la renovación de las flotas debido a la gran competitividad existente en el sector. Para graficar esta crisis inédita basta recordar que en la historia de la aviación civil las compañías alcanzaron el récord de 19.000 vuelos diarios al mismo tiempo en hora pico, el 29 de junio del año pasado y, en comparación, hace una semana que en las naciones desarrolladas ya no queda lugar donde estacionar aviones. Algunas empresas, como la popular europea Ryanair paralizó todo hasta junio venidero, en tanto la mayoría han flexibilizado la inactividad y en algunos casos ofrecen la postergación de los vuelos y destinos con fecha abierta y sin penalizaciones. Otras aerolíneas que todavía vuelan en rutas de cabotaje, como en Estados Unidos, redujeron sus pasajes al 50% para poder llenar los aviones y aún así son escasos los pasajeros por el temor de la pandemia. Ante el agravamiento de la situación se estiman pérdidas por 200.000 millones de dólares desde que el Covid-19 comenzó a hacer estragos en el mundo.

Las aerolíneas no están solas en este derrumbe sino que arrastran a la industria del turismo, igual de paralizada y todavía peor para lograr un salvataje a esta actividad vital para pueblos y regiones, sin más ingresos que la dinámica de ofrecer servicios a los visitantes. Tampoco podrían resurgir si antes las líneas aéreas no consiguen los subsidios gubernamentales por 200.000 millones de dólares de liquidez para volver a los cielos, según estimaciones de IATA, el organismo internacional del transporte aéreo. En algunas naciones las ayudas gubernamentales pueden ser válidas, caso de EEUU, pero en la mayoría la prioridad social y sanitaria hace impensable el apoyo financiero solicitado.

El panorama es mucho más grave por el cierre del sistema aeroportuario y los analistas del Centro para la Aviación, un ente con sede en Australia, ya vaticinan que para fines de mayo la mayoría de las aerolíneas pueden quebrar, si es que ya no están en bancarrota por incumplimiento de sus obligaciones financieras. Pero muchas podrán salvarse, como Aerolíneas Argentinas, que por ser línea de bandera tiene respaldo estatal y el lucro empresario puede ser secundario.