El éxito de Estados Unidos en la producción de petróleo mediante el sistema de "fracking”, la explotación no convencional similar a la técnica que se utiliza en la cuenca neuquina de Vaca Muerta, podría sentar las bases para que las exportaciones norteamericanas de crudo superen este año a las de Arabia Saudita, el mayor productor mundial. Según la consultora Rystad Energy, con sede en Oslo, en 2019 EEUU sumará un millón de barriles diarios llegando a los 9,5 millones por encima del máximo saudí de 7,5 millones que espera ofertar.

Esto significa que el mercado mundial del petróleo cambiará de liderazgo el gas natural y los productos refinados, aunque EEUU seguirá siendo un típico importador de petróleo pesado -hasta ahora de Venezuela- ya que no posee crudo de este tipo, no obstante la posición dominante alcanzada por Washington. Es que la producción de shale (petróleo liviano extraído del fracking) es el más buscado y por ello la ubicación geopolítica estratégica. A esta competitividad global se suman Rusia, China e Irán, en ese orden, en tanto Venezuela salió del marco por el colapso político conocido.

La caída de la petromonarquía del Golfo Pérsico deja fuera de juego a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), utilizada por Riad para controlar los precios mundiales aumentando o reduciendo la oferta a su conveniencia. Incluso Arabia Saudita intentó sin éxito disuadir a EEUU de avanzar en la técnica extractiva no convencional o de fractura hidráulica, empleando la maniobra de inundar el mercado y bajar los precios para poner en evidencia la baja rentabilidad del proyecto estadounidense.

Sin embargo esa maniobra y los anteriores chantajes de la OPEP, que se remontan a la crisis petrolera de 1973 y a la Guerra del Golfo de 1990, fortalecieron a los promotores privados del fracking y a la estrategia de la Casa Blanca de alcanzar la independencia energética y un dominio absoluto del mercado, que este año será posible según los números de producción.

La guerra de precios, con maniobras de subas hasta 170 dólares el barril de Brent, o caídas a 30 dólares, según la caprichosa regulación de Riad, pueden pasar a la historia este año.

Ahora el cambio de mando del mercado internacional lo tiene Estados Unidos y el mapa petrolero con connotaciones políticas tiene a Washington como capital.