Siempre se ha dicho que en educación el tiempo perdido no se recupera jamás. Se podrá prolongar el ciclo lectivo, aumentar las horas de clases o acelerar los ritmos de aprendizaje en el aula, pero nunca se logrará alcanzar el nivel de enseñanza que se hubiera obtenido dentro de los tiempos estipulados pedagógicamente para el proceso de enseñanza-aprendizaje que hace posible la educación. 

Casi medio mes duró el conflicto entre los docentes autoconvocados y el gobierno, en reclamo de mejoras salariales. La discusión se prolongó porque una gran mayoría de maestros, desconociendo a sus propias organizaciones sindicales, no estuvo conforme con el salario acordado con el gobierno y resolvió unilateralmente suspender el servicio educativo. El acuerdo al que finalmente llegó el gobierno con esos docentes, que incluyó una sustancial mejora salarial, suspendiendo el descuento de los días no trabajados como se había previsto, no dejan de ser medidas obligadas ante una situación que se estaba tornando incontrolable y que terminaría perjudicando seriamente a los escolares, en forma similar a los inconvenientes que produjo la pandemia entre los años 2020 y 2021, provocando un gran atraso en la educación. 

Lo grave del conflicto de los autoconvocados es que ha dejado un precedente y una mancha en la tierra de Sarmiento. Este movimiento de fuerza se originó en uno de los sectores que tienen la noble tarea de formar y preparar a los jóvenes en lo que respecta a la incorporación de conocimientos y a la vida de relación con la comunidad. Son los maestros o profesores los que deben inculcar una educación que enseñe a discernir y a custodiar la convivencia y el bienestar de la comunidad, principios que dependen de su educación y del ejemplo de sus mayores.

Rehusarse a dictar clases como corresponde, por no estar de acuerdo con un salario acordado -pese a que no hay dudas de que esta profesión merece lo mejor- representa un acto de desconocimiento tanto a las organizaciones sindicales que los representan legalmente como al gobierno.

Los conflictos sindicales que puedan establecerse entre la dirigencia y las bases, ya sea a nivel de los maestros o de las autoridades escolares, deben ser solucionados internamente siguiendo las reglamentaciones administrativas con las cuales se pueden obtener los mismos resultados. 

La docencia debe ser guía de la sociedad en todo sentido y no dejar de lado su tarea de inculcar en forma permanente la educación, más allá de lo cautivador que resulte actuar como autoconvocados, en un rol que no es propio de un maestro de vocación, ya que tratar de solucionar los problemas por la fuerza o la obstinación no es lo que los niños esperan de sus docentes.