Mientras la atención mundial está centrada en la sucesión de incendios forestales que destruyen los ecosistemas, debido a las intensas sequías o por la acción del hombre, y por los estragos climáticos como los causados por el huracán Dorian, aparece en escena un documento sobre el aumento del nivel del mar más preocupante todavía.

No son teorías alarmistas sino un informe preparado por las Naciones Unidas sobre el estado de los océanos con datos preliminares acerca del comportamiento de la criósfera, es decir el estado de los océanos, los glaciares y las demás concentraciones de hielo del planeta. A pesar que el estudio todavía no está completamente terminado, debido a su complejidad, los datos preliminares alertan sobre las condiciones hídricas que deberá enfrentar la humanidad si no se toman medidas urgentes.

No obstante conocerse que en el último siglo el 35% del aumento global del nivel del mar provino del deshielo de los glaciales, lo sorprendente ahora es la rapidez de ese deterioro. Concretamente los casquetes de hielo de Groenlandia y la Antártida han perdido unos 400.000 millones de toneladas anuales de masa en la década hasta 2015, acelerando el aumento del nivel de los océanos.

Pero estas extensiones de tierra cubiertas por el hielo no son las únicas afectadas por el calentamiento del planeta sino también se están derritiendo rápidamente los glaciares de las montañas con una pérdida de 280.000 millones de toneladas de hielo anuales, contribuyendo con incremento suplementario al nivel del mar. Y se suma otro efecto negativo: la dilatación térmica. Esta se produce cuando el agua se calienta y se dilata, de manera que la mitad de la suba del nivel del mar es atribuible al mayor espacio ocupado por los océanos a lo largo del siglo pasado.

El trabajo del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de la ONU debe ser prioritario en las decisiones de las políticas ambientales y no sólo de naciones costeras sino también de las que utilizan los glaciares como fuente de recursos hídricos para generación energética y como fuente de ingresos en América y desde el Norte de Asia hasta Escandinavia. Bolivia, por ejemplo, cubre el 30% de la demanda de agua dulce de los glaciares andinos y estos, como los demás, se reducirán en un 80% para fin de siglo si no se actúa ahora contra el efecto invernadero.

En este contexto cientos de millones de personas serán más vulnerables y obligadas a un éxodo irreversible. Hasta las islas de poca altitud, como muchas del Caribe, quedarían completamente sumergidas.