Estamos ante el advenimiento de un mundo en el que la utilización de la inteligencia artificial o AI, según sus siglas en inglés, tendrá un importante impacto en nuestras vidas. A medida que transcurre el tiempo vemos que hablar de esta disciplina científica se hace más común y cómo comienza a ser utilizado en todas las áreas sin excepciones, ya que constituye una de las soluciones más grandes de todos los tiempos en busca de la eficientización de determinados procesos de producción o elaboración de ideas. Este gran avance está llevando a que en estos momentos se haya abierto un intenso debate acerca de la ética de la IA que involucra tanto a empresas como a los gobiernos de todo el mundo.
Aunque el debate de la ética en la inteligencia artificial se da en estos momentos en todo el planeta, el epicentro se encuentra en Asia, continente que es considerado como el de mayor desarrollo tecnológico en el mundo actual.
Hasta ahora se ha llegado a la conclusión de que es esencial que la inteligencia artificial esté siempre dotada de necesarios códigos éticos como una forma de garantizar que los procedimientos que resulten de su aplicación tengan siempre algún tipo de motivación amigable en las formas de actuar humanas.
Hay que tener en claro que la IA es un campo de la informática que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico. También puede decirse que crea sistemas que pueden realizar tareas que normalmente requiere inteligencia humana, como el aprendizaje, el razonamiento y la percepción.
Dentro del debate sobre la confiabilidad en el uso de la IA se ha llegado a plantear una serie de hipótesis de cierta complejidad para ver cómo estos sistemas serían capaz de resolverlas. En todos los casos ha quedado demostrado que resulta complicado que una máquina pueda por sí sola resolver ciertos requerimientos sin estar dotada de una serie de códigos que orienten su comportamiento, es decir dirigida por programas con un alto contenido ético.
Se sabe que el sistema de valores humanos es infinitamente complejo, de modo que es prácticamente imposible que la inteligencia artificial pueda encontrar algún tipo vínculo con la forma de actuar humana. Hay que comprender y aceptar que todos los esquemas que rigen la vida de las personas suponen el funcionamiento de la psique humana.
Por lo tanto al incorporar la IA a los procesos de producción de las empresas es fundamental dotar a la tecnología de principios y valores. Uno de los principales objetivos que se plantean en la sociedad actual es la de incluir la ética en los algoritmos que rigen la inteligencia artificial.
Son muchas las empresas y gobiernos que están preocupados por el desarrollo de esta nueva tecnología y hasta ahora en lo que se ha avanzado es que es necesaria la aplicación de tres principios morales básicos: la tecnología debe estar plenamente centrada en el ser humano, tiene que respetar los derechos de regulación aplicable fundamentales y, por supuesto, su funcionamiento debe ser transparente.