Estudios realizados por el Instituto Cervantes de Nueva York y la Real Academia Española han determinado que en Estados Unidos de Norteamérica hay una clara evolución hacia el bilingüismo funcional, que se está imponiendo paulatinamente. Se asegura que una parte de la población habla tanto inglés como español, porque esta última es la primera lengua que ha sobrevivido al proceso de integración de las distintas corrientes migratorias en ese país. 

Según los últimos datos, en la ciudad de Miami el 62% de la población es hispanohablante, y el idioma inglés convive con naturalidad con el castellano. En tanto que en Chicago, el 29% de los habitantes hablan español, casi el mismo porcentaje que en Nueva York. Otros indicativos de este fenómeno es que en todas las tiendas a lo largo de la frontera con México, desde California a Texas, tienen señalización y personal bilingüe, y que la web de la Casa Blanca y las instituciones federales y estatales más importantes del país del Norte son bilingües: inglés y español. 

Por otra parte, las proyecciones demográficas previstas para el año 2050, establece que la población latina de los EEUU llegará a los 132,8 millones de personas, con lo cual reafirmará su condición de ser el primer país hispanohablante del mundo. En la actualidad ese lugar lo ocupa México con 121 millones. 

Es un hecho casi indiscutible que Estados Unidos de Norteamérica se ha convertido en una nación bilingüe, más allá de los resabios discriminatorios de los años ’80, reactualizados por las expresiones del flamante presidente de la Nación, Donald Trump. Un hecho tan lógico como inevitable en uno de los países más cosmopolitas del planeta.