La conflictiva Cumbre del Clima, que cerró en Madrid esta semana sin alcanzar el compromiso político indeclinable de bajar las emisiones de gases contaminantes que producen el efecto invernadero en el planeta, tuvo conclusiones de estudios científicos sobre las actividades económicas y comerciales que más afectan en la crisis ambiental de nuestros días. En la investigación sobresale la aviación comercial como uno de los efectos más dañinos para el medio ambiente, superando a otras prácticas muy cuestionadas como las matrices energéticas alimentadas a carbón el empleo de hidrocarburos.
La realidad del informe es que la aviación comercial es responsable del 2,5% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, de acuerdo a datos confirmados por la OACI, el organismo de las Naciones Unidas responsable del control del tráfico aéreo civil. Señala que la masificación del turismo internacional y la proliferación de las aerolíneas "low cost", han alterado la sustentabilidad del servicio. De esta forma se ha llegado a registrar más de 225.000 vuelos comerciales diarios, todo un récord que al ritmo actual podría triplicarse para 2050.
La gravedad del problema es que los grandes transportes de pasajeros y de carga no sólo emiten dióxido de carbono sino que al quemar combustible también liberan óxido nitroso y otros gases de efecto invernadero. Pero estas emisiones se producen a 10.000 metros de altura, donde el impacto ambiental es mucho mayor que en la superficie terrestre, y se generan reacciones químicas mucho más peligrosas.
¿Dejar de volar para salvar el planeta? Es una opción prácticamente imposible en el mundo globalizado aunque hay atenuantes éticos para aplicar en Europa o regiones de Estados Unidos donde el transporte ferroviario ya compite en tiempo con el avión en tramos cortos gracias a los trenes de alta velocidad. Es diferente en extensos territorios como en la Argentina, sin opciones terrestres modernas, por ejemplo volar de San Juan a Buenos Aires en 2,20 horas o 18 horas en ómnibus no admite mayores comentarios. Más allá de que el desarrollo aeronáutico busque propulsores de mayor eficiencia con menos gasto de combustible, los paliativos actuales son evitar los vuelos con varias escalas mientras se pueda y limitar el equipaje personal ya que el mayor peso de despegue se compensa quemando más combustible. De manera que la cuestión pasa por aerolíneas con prácticas sustentables ofreciendo servicios con el menor impacto ambiental posible, y crear conciencia ética en el pasajero para que entienda que viajar rápido y cómodo tiene consecuencias ambientales irreversibles.
