San Juan está viviendo por octavo año consecutivo una temporada de sequía debido a las escasas nevadas producidas en la cordillera donde se produce el escurrimiento que da origen a nuestros ríos y, de acuerdo a quienes estudian este fenómeno atípico, es imposible conocer qué va a suceder en las próximas temporadas. Frente a este cuadro preocupante están las reservas de los embalses que totalizan unos 1.400 hectómetros cúbicos que erogan unos 1.200 hm3 para atender la demanda de consumo humano, riego, industria, energía y recreación, pero esta estimación teórica choca con la realidad: está saliendo más agua de los diques de la que ingresa y el desequilibrio plantea un verdadero estado de emergencia.
Las medidas para enfrentar la crisis hídrica en el sectores de la producción y la agroindustria, entre otros, que utilizan el vital elemento ya se adoptaron con los paliativos de Hidráulica, caso de las baterías de perforaciones, y se paralizó la generación eléctrica para impedir un mayor desembalse, pero en este contexto es fundamental sumar el esfuerzo de la población en general creando una conciencia solidaria para terminar con los hábitos del derroche por negligencia o inconducta del usuario.
Sabemos que las altas temperaturas y el marco semidesértico son contraproducentes para anteponer la austeridad del elemento vital, pero se puede ahorrar mucho consumo de agua potable en la vida diaria, más en la rutina del hogar y en el uso personal. Por ejemplo utilizar la ducha que gasta entre 35 y 60 litros y evitar la bañera que gasta 200 litros y cerrar los grifos mientras se lava la cabeza, afeita o se cepillan los dientes. En la cocina lavar la verdura en el chorro del grifo demanda 15 litros de agua, lo que puede hacerse en un recipiente con igual resultado.
Tampoco lavar el auto con la manguera porque supone un gasto de 500 litros y los lavarropas y lavavajilla de vieja tecnología son grandes consumidores de agua -200 y 150 litros por ciclo, respectivamente-, por lo que si no se pueden renovar hay que usarlos con mucha prudencia. En el caso de los jardines se deben regar a primera hora de la mañana o por la noche para evitar que el agua se evapore antes de ser absorbida y en áreas parquizadas un riego por goteo gasta 5 veces menos agua que uno por aspersión. En general es una cuestión de conciencia evitando las pérdidas: un surtidor que pierde 10 gotas por minuto desperdiciará 2.000 litros al año y qué decir del irresponsable riego del pavimento que junto al despilfarro de agua se daña al asfalto.
