Nuevamente el Gobierno de la provincia dispuso que esta temporada no se realizaran las tradicionales veranadas de ganado chileno en la zona cordillerana por entender que siguen sin estar dadas las condiciones para esta práctica que resulta muy perniciosa al ecosistema andino, especialmente cuando se ha tenido escasas precipitaciones níveas, con muy bajos caudales en los ríos cordilleranos. El año pasado se adoptó una decisión similar, en primer lugar a consecuencia del covid-19 y las posibilidades de que se produjeran contagios de un país a otro a través de las nuevas cepas que iban surgiendo. El otro motivo fue que las autoridades tomaron conocimiento del daño que se produciría con la entrada de los criadores chilenos en momento en que se avizoraba la actual crisis hídrica por las pocas nevadas y los informes de los expertos en ambiente que señalaron lo grave que resulta para la geomorfología de la zona la desaparición del monte autóctono que crece en el piedemonte y que sirve de contención natural para evitar la erosión de las laderas cordilleranas.
Todo este daño ambiental que ocasionan las veranadas, que durante años se realizaron en una época en que los pastizales se recuperaban con mayor facilidad al producirse abundantes nevadas y registrarse buenos caudales hídricos, hizo que se prefiriera dejar de percibir los casi 14 millones de pesos que se calculan por cada temporada en concepto por derechos para ingresar ganado desde Chile a la Argentina. Una cifra que resulta ínfima si se tiene en cuenta el daño ambiental y la depredación que se produce, teniendo en cuenta que no sólo la flora autóctona es la afectada sino también la fauna autóctona, ya que hay miles de cabezas de guanacos y llamas que son desplazadas de los sitios que habitualmente ocupan. Hay pruebas de que a consecuencia del ingreso de ganado chileno numerosas manadas de guanacos tuvieron que trasladarse de los lugares que originalmente ocupaban en busca de pastizales aptos para el consumo y que cuando no los encontraron perecieron en el intento.
En esta ocasión la decisión de suspender las veranadas ha sido una medida en conjunto tomada por la Secretaría del Agua, Hidráulica, Gendarmería Nacional, Aduana, Migraciones, el INACRAS, Senasa, INTA, Secretaría de Medio Ambiente y la Secretaría de Relaciones Internacionales del Ministerio de Gobierno, quienes coincidieron en la necesidad de dejar que la flora alcance una recuperación que es necesaria en favor de la ecología. Dadas las circunstancias y lo que se prevé para el futuro se impone que estos mismos organismos dispongan la prohibición permanente y definitiva de las veranadas, en defensa de la biodiversidad de una amplia zona de nuestro territorio provincial y nacional.
