El neerlandés Mathieu Van der Poel conquistó ayer la centésimo decimosexta edición de la Milán-San Remo, que había ganado por primera vez hace dos años, y frustró un nuevo intento del esloveno Tadej Pogacar por celebrar en la tradicional competencia ciclística, una de las cinco pruebas de un día consideradas “Monumento”.

El pedalista del equipo Alpecin-Deceuninck completó los 289 kilómetros de recorrido en seis horas, 22 minutos y 53 segundos e hizo prevalecer su potencia en el sprint final, lo que le permitió relegar por un suspiro a Pogacar y al italiano Filippo Ganna, con quienes compartió el podio.

Van der Poel, que en 2023 había compartido el podio también con Ganna y con el belga Wout van Aert, resistió ayer los ataques de Pogacar en el tramo final, que recorrieron en su gran mayoría escapados, especialmente el ascenso al Poggio, promontorio de tercera categoría que está a 2 kms de la meta, y volvió a cantar victoria en la “Classicissima”.

Por detrás del terceto de punta cerraron los australianos Michael Matthews y Kaden Groves, a más de 40 segundos de distancia del ganador, en tanto que el italiano Matteo Trentin finalizó en el noveno puesto.

Pogacar debió conformarse una vez más con el tercer puesto, el mismo que ocupó el año pasado por detrás del belga Jasper Philipsen y del australiano Michael Matthews y deberá esperar a la próxima edición para intentar celebrar por primera vez en una Milán-San Remo, única clásica que se le resiste.

Por detrás del terceto de punta cerraron los australianos Michael Matthews y Kaden Groves, a más de 40 segundos de distancia del ganador, en tanto que el italiano Matteo Trentin finalizó en el noveno puesto.

“Pogacar y Ganna son dos adversarios increíbles, pero hoy (por ayer) me sentía en estado de gracia. De todos modos, todavía me cuestra creer que gané, aunque estaba enfocado solamente en eso”, reconoció el vencedor, que fue campeón mundial en 2024.