Chats en los que la supuesta víctima le dice a la actual pareja del imputado (su ex) que no debió haber tenido un hijo suyo y que lo denunciaría a él por abuso sexual. Y una prueba de ADN con restos hallados en la ropa interior de ella, en la que se encontró su propio perfil genético, el del acusado y uno más de otra persona. Esas son las más importantes evidencias que los defensores, Julián Gil y Mario Morán, intentarán imponer en el próximo juicio oral y público contra su cliente, un changarín de 29 años, a quien le imputan haber violado a su expareja y haber cometido también violación de domicilio el día en que perpetró el presunto ataque sexual, en la misma cama donde estaba el bebé de ambos, la noche del 15 de mayo de 2014.
El último viernes, el juez, Federico Rodríguez, dio luz verde para que el caso pase a juicio con el imputado en libertad, pero con una seria amenaza de perderla, pues el fiscal, Leonardo Arancibia, y la ayudante fiscal, Eugenia Lenzano, anticiparon que buscarán un castigo de 9 años de cárcel.
El relato de la joven denunciante de 21 años, los informes de las entrevistas y las pericias psicológicas que le practicaron, y el informe médico sobre la existencia de un desgarro que, aquella vez, le provocó un gran sangrado que obligó a trasladarla al hospital Rawson, son para Fiscalía las más importantes pruebas contra el changarín.
Sin embargo los defensores intentan probar que hubo relaciones consentidas. ‘Nuestro cliente entró a la casa y se fue sin ejercer violencia, eso lo acreditan testigos. Hubo relaciones consentidas, él nos dijo que cada vez que tenían relaciones sangraba’, dijo el abogado Mario Morán.
Gil, por su parte, logró que el juez permita incorporar como prueba el acta de un escribano público, con la transcripción de los chats mantenidos por la actual pareja de su cliente con la ex (su denuciante), en los que la denunciante le recrimina haber tenido un hijo del changarín (el M. es mío, le dijo) y anuncia que lo denunciará por abuso sexual.
Fiscalía se opuso porque esos ‘supuestos diálogos’ ocurrieron a lo largo de 2022, es decir dos años antes de la denuncia. Y porque son ajenos a los hechos ocurridos mucho después.
Para Gil y Morán, esas conversaciones, sin embargo, son prueba de la existencia de los problemas entre ambas familias que precedieron a la denuncia. Y esa idea buscarán instalarla en el juicio que se desarrollará en los próximos días y tendrá unos 40 testigos.