La compleja y por ahora sospechosa situación se conoció el jueves pasado, a eso de las 3 de la mañana, cuando una chica de 17 años que había salido al cumpleaños de una amiga, se contactó con una familiar para decirle que en la casa de su tía, en Capital, donde ella vive con sus tres hermanos menores, estaba con llave y no podía entrar. Esa madrugada hubo llamados de vecinos al 911 e instantes después esa pariente, conocería un trasfondo mucho más inquietante tras la supuesta negativa de impedirle el ingreso a esa jovencita. Esa madrugada la menor le contó, angustiada y entre lágrimas, que no quería volver a la casa de su tía porque la mandaba a tener sexo con su vecino peluquero (también tiene un comercio) a cambio de cerveza. Hasta le describió como habían sido los ataques sexuales que sufrió en marzo o abril pasados.

Ese mismo jueves hubo denuncia. Y al otro día, tanto la tía (D.D.P. de 45 años) y su vecino, Roberto Adolfo Pizarro (41 años) quedaron detenidos. Y aunque las ayudantes fiscales de la UFI ANIVI, Luciana Fasoli y Guadalupe Ferrari pidieron dos meses de prisión preventiva para ambos, el juez de Garantías, Javier Figuerola, los dejó presos solo por un mes y autorizó a que solo la menor declarara ante psicólogos del ANIVI con el sistema de Cámara Gesell. Fiscalía pretendía que sus hermanos de 12, 10 y 7 años, también declararan porque la pariente que denunció dijo que en una ocasión el mayor de esos chicos le pidió a su hijo que le tocara sus genitales. Pero el magistrado consideró que, por ahora, solo debía declarar la jovencita.

Quienes quedaron disconformes con la decisión tomada fueron los defensores. César Jofré, abogado del peluquero, dijo que su cliente no registraba ni siquiera ‘amonestaciones en el colegio’ y le parecía excesivo mandarlo a prisión, por un hecho que aún no se comprueba.

Mucho más crítico fue Carlos Reinoso, abogado de la tía de la chica. Dijo que su clienta es una mujer de trabajo, que solo pretendió ponerle límites a su sobrina porque sale y vuelve a la hora que quiere y tiene ‘conductas libertinas’. Que en habría que indagar porque el hecho de que la menor hubiera mencionado a la médica que la revisó (le detectó desgarros) que el comerciante le ofreció $5.000 y ella no los aceptó, abría la posibilidad de que hubiera consentido los supuestos encuentros sexuales. ‘Si hubo consentimiento no hubo delito’, dijo Reinoso.

Según Fiscalía, el sospechoso le compró unos auriculares en una ocasión a la niña y a sus hermanos les daba golosinas. Ese indicio y otros más sobre la situación de vulnerabilidad de esos menores, los llevó a pedirle al juez que imputara el delito de facilitación de la prostitución de una menor de 18 años.

Y a la tía de la chica, haber promovido que se corrompiera sexualmente, delito agravado por la edad de la víctima, por el vínculo, ser su guardadora y convivir con ella.

La Defensa puede apelar.