Con la puntualidad de un reloj suizo y pese a su apretada agenda, a las 12.45 Marc Stanley descendió de la flamante Hyundai H1 y, con un ambiente atravesado por el ruido de las sirenas y los comentarios detrás del vallado -colocado antes de que saliera el sol- de los transeúntes que pasaban por calle Mendoza antes de Santa Fe, puso el pie derecho en el asfalto y, tras el contacto con la gente, enfiló hacia el edificio de DIARIO DE CUYO, escoltado por personal de seguridad de todas las jerarquías.
“Muy linda la visita… que Estados Unidos siga apoyando al presidente Milei así salimos adelante”, opinó una vecina de suéter rosa, tan feliz por haber podido saludar al Embajador antes de que ingresara al diario -pese al estricto protocolo de seguridad- como otra señora que fue reverenciada con un beso totalmente fuera de protocolo.
Saludos. Stanley también se presentó con el director Comercial del diario, Andrés Montes, y después hizo lo propio con el personal de la empresa.
El funcionario estadounidense, de traje azul y camisa celeste, fue recibido en el hall de entrada por Francisco Baltazar Montes, director de DIARIO DE CUYO, quien tenía a sus lados al director comercial, Andrés Montes, y al secretario de Redacción, Diego Castillo. Y en ese primer contacto ya empezó a demostrar su sencillez y naturalidad, contrastando con el casi cinematográfico despliegue que obligó la presencia de una celebridad de su calibre.
“Encantado de estar acá”, se adelantó Stanley, con una gran sonrisa. Lo dijo en inglés y lo tradujo su intérprete, a su lado durante toda la visita para solucionar los problemas del idioma. Luego de recibir la honra de las autoridades de la empresa, el invitado extendió la mano a los empleados que observaban con admiración detrás del mostrador -agradeciendo con un “thank you” a cada uno por su decoro- y caminó hasta la oficina de Francisco Baltazar Montes, donde demostró sus dotes de observador y su espíritu curioso, al preguntar -por ejemplo- por una caricatura de cerámica que divisó sobre un mueble de Don Francisco Salvador Montes, fundador de la compañía. También quiso saber, entre otras cosas, los años del diario y si se trata de una empresa familiar, y -antes de pasar a la entrevista formal- consultó por los vinos sanjuaninos.
Sobre las 13, el embajador estadounidense tomó el asiento del director para ser entrevistado por Diego Castillo. Fue un ida y vuelta de casi media hora en el que el entrevistado se mostró suelto, cómodo, respetuoso y hasta divertido, bromeando con los calzoncillos que le debe Messi tras la infartante final ante Francia. Durante el diálogo, a Stanley le sirvieron soda en un vaso. Fue un gesto de cortesía y a la vez un guiño, ya que en el diario ya todos estaban alertados de que esa es la bebida que el embajador prefiere llevar a todas sus salidas.
Al término, el director de este diario le entregó una coqueta caja con un vino de Casa Montes, gesto que el funcionario agradeció de inmediato.
La salida fue igual de espectacular que la entrada. Stanley saludó al grupo que lo esperaba en la vereda de enfrente, se disculpó por no tener más tiempo (el traductor explicó que lo esperaba el gobernador Orrego en otra actividad) y saltó al vehículo oficial. Con la calle cortada, el chofer de la Hyundai salió apresurado, escoltado por una Nissan Frontier y un Toyota Corolla de la Federal, y dos Toyota Hilux, una Chevrolet S-10, una RAM, otro Corolla y dos motos de la Policía de San Juan.
Una visita de casi una hora que tuvo detrás un intenso trabajo de varios días, de varias inspecciones previas al edificio para constatar las condiciones de seguridad que tendría el diplomático, de varios agentes intercomunicados, de varias cintas de seguridad en la calle. Y que también tuvo detrás la sencillez de Marc Stanley.
Fotos: Daniel Arias