Con 24 años y 7 meses de servicio en la Policía Federal, el suboficial escribiente, Juan Ramón Aballay (50), tiene los días contados para su retiro. Pero justo en el último tramo de una carrera, termina preso y envuelto en un hecho escandaloso, con amenazas a mano armada contra un vecino y tres hermanitas de 13, 8 y 5 años (según Fiscalía, a la mayor la encañonó en la cabeza). Y todo porque terminó estafado en una gran suma (su Defensa habla de $270.000, Fiscalía cree que pudo ser más), tras caer en la trampa de unos hackers, que piratearon los datos telefónicos de un amigo del policía, se hicieron pasar por él y lo convencieron de que transfiriera dinero para comprar dólares a $900 cada uno.
Ayer, la fiscal coordinadora de la UFI Genérica, Daniela Pringles, y la ayudante fiscal, Paula Amarfil, le imputaron violación de domicilio y amenazas agravadas por el uso de un arma de fuego contra Carlos Ares. Y violación de domicilio y coacción agravada por el uso de su arma reglamentaria contra las tres hijas del hombre al que le habían hackeado el teléfono.
Todo pasó el domingo alrededor de las 20. Según Fiscalía, cuando Aballay se supo engañado, agarró su arma, 25 balas, su credencial y partió a la casa de su amigo mecánico. ‘Ahí desató su locura y le hizo pasar la peor noche de sus vidas a tres menores. Fue un hecho grave, social e institucionalmente, cometido por alguien de quien se espera la paz social y no el tormento que le hizo pasar a las víctimas’, dijo la fiscal.
Según su relato, Aballay primero se metió de prepo y encañonó a un vecino de su amigo, exigiéndole que le dijera donde vivía la persona a quien buscaba. Cuando le dieron al lado, pateó la puerta y se topó con las tres nenas. Sin dudar, tomó a la mayor de un brazo y encañonándola en la cintura y luego en la cabeza, la paseó por toda la casa y el fondo, con tal que le dijera donde estaba su padre, amenazándola con darle un tiro y diciéndole que lo habían estafado.
El tenso momento concluyó minutos después, porque el primer vecino amenazado intentó calmarlo, mientras llegaba la madre de las nenas y la policía, que finalmente detuvo a Aballay.
Sin embargo, el federal negó que los hechos hubieran sucedido de esa manera. Ante la jueza Verónica Chicón, dijo que el papá de esas nenas es como su ‘hermano del corazón’, que siempre le prestó plata y que el último domingo también lo hizo. Mencionó la operación de los dólares, de haber comido un asado, acostarse a dormir y haber despertado alterado por los mensajes de su amigo, sobre las 19. Entonces -dijo- pensó que algo le había pasado y partió a su casa. Reconoció que entró en la casa equivocada y que pidió disculpas. Admitió haber entrado a la casa de su amigo, donde las nenas ya lloraban y les preguntó porqué. También dijo que le pidió disculpas a la madre de las niñas. ‘Con los años que tengo de carrera no voy a hacer eso que dicen, yo solo me preocupé por él, pensé que algo le había pasado’, dijo Aballay.
‘Él es un profesional de la seguridad, no quiso causar daño ni lastimar a esas criaturas. Recién ayer (por el martes) nos enteramos de la estafa y va a colaborar con la investigación. Pido su libertad, pero si es necesario puede estar detenido en una seccional por 20 días hasta que se aclare todo’, dijo su defensor, Claudio Vera.
Fiscalía pedía 2 meses de prisión preventiva. Pero al final la jueza dejó en libertad al policía, con la expresa condición de que no se acerque a menos de 200 metros a los denunciantes y su familias, y que no los moleste de ninguna manera.
También autorizó que declaren las dos hermanitas mayores hijas de su amigo y que se analice el teléfono del federal. Ambas pruebas con claves para su futuro, porque de esas evidencias se desprenderá si dijo la verdad o solo intentó atenuar su situación.