Cuando no se puede ganar, es preferible no perder. Cuando el objetivo es sumar siempre, un empate no es tan mal resultado a la hora de las cuentas finales pero las urgencias de este tramo decisivo de la Primera Nacional destiñen mucho lo que San Martín pudo conseguir en su visita a Estudiantes de Caseros. Fue empate sin goles, lejos de la ansiedad por otro triunfo que imprime el mano a mano con los tucumanos, pero a futuro, el punto en Buenos Aires tendrá su verdadero valor a la hora del balance final. No fue lo que San Martín quería. No fue lo que estaba buscando pero cómo se dio y cómo se presentó todo el partido, el punto suma para sus cuentas. Así, ahora son seis las fechas sin derrotas, manteniendo ese registro de apenas 12 goles en contra en 28 partidos y eso, ya no es casualidad. Tal vez por ahí se pueda dimensionar realmente lo que fue el empate contra Estudiantes.
Nunca pudo estar cómodo en partido San Martín. Nunca pudo imponer sus argumentos, nunca fue ese equipo de andar sólido, de trabajo conjunto. Si respondieron individualidades en defensa y en el medio, pero colectivamente nunca alcanzó a generar ese juego profundo salvo un par de pincelazos del Pulpito González que no alcanzaron para terminar desequilibrando el voluntarioso planteo de Estudiantes que fue más ganas que fútbol. En la primera parte, San Martín llegó muy poco. Funez peleó mucho arriba, luchó en soledad y eso conspiró contra las necesidades de triunfo para el Verdinegro. Del otro lado, Estudiantes apenas pudo generar un par de ocasiones y la más clara la tuvo Berón cuando enganchó de volea una pelota en la puerta del área y Borgogno respondió. En el complemento, San Martín intentó ser San Martín. Presionó mejor, se adelantó en el terreno y en los primeros 16′ de ese segundo tiempo, se asemejó algo más a lo que venía mostrando para ser líder de la Primera Nacional. En ese comienzo, López García casi tuvo el gol cuando encaró entre los centrales y punteó la pelota para que el arquero Gudiño se luciera a puro reflejo. Pero luego, todo fue imprecisión. Antuña decidió cambiar para ir a ganarlo. Casa, Franco y Avaro adentro. Con menos marca, con más juego ofensivo, San Martín terminó siendo más de lo mismo en una falsa producción respecto de lo que venía mostrando. En el final, casi pudo perderlo con una confusa y polémica jugada entre Cáseres, Molina y Luna, de Estudiantes, que pareció penal.
San Martín sumó, no ganó pero tampoco perdió. Ese es el vaso medio lleno, pero en el vaso medio vacío, quedó pendiente jugar como puntero. Ser San Martín de nuevo, como aquel que dejó huellas en Quilmes hace apenas dos semanas atrás. Anoche, al cierre de esta edición, jugaba San Martín de Tucumán. Lo hacía de visitante de Chaco For Ever, en el partido interzonal. De ese resultado dependía como quedaba la tabla de posiciones.