Al final no hubo milagro Monumental. Casi 90.000 almas asistieron a apoyar a River para tratar de revertir la serie que estaba casi definida luego del primer partido, cuando el Atlético Mineiro no perdonó y le sacó 3 goles de diferencia. Los brasileños dirigidos por Gabriel Milito jugarán la final. Y lo harán porque supieron bancarse la presión al que lo sometió el equipo local, y con un par de ataques estuvieron más cerca que los millonarios de romper el 0 a 0.
En el primer tiempo River fue dueño de la pelota y el campo, buscó desde el inicio la urgente apertura del marcador, pero no la consiguió porque más allá de haber creado opciones, todas fueron forzadas.
La presión de River le permitió tener nueve córner y varias pelotas paradas que insinuaron mas de lo que provocaron. Algunos remates de media distancia levantaron a las 88.000 personas que lo alentaban desde las tribunas, pero a medida que pasaban los minutos, algunas marcas se perdieron. Paulinho tuvo más contacto con la pelota y Mineiro salió del atolladero, logrando tener la opción más clara a los 37 minutos cuando Deyverson aprovechó una distracción de Simón y obligó a que Armani saliera barriendo y le quitara la pelota en una acción parecida al primer gol que le convirtió la semana pasada en Minas Gerais.
En los primeros 45 minutos River quiso, pero no pudo, le faltó fluidez y atrevimiento a su fútbol para sorprender. Mientras que Mineiro demostró capacidad para sufrir sin desordenarse.
Apenas comenzado el segundo tiempo los fantasmas de Minas Gerais sobrevolaron al estadio de River. Un pelotazo de Scarpa reventó el travesaño del arco de Armani, quien reaccionó con rapidez para atajarle el rebote a Deyverson.
Corrían los minutos, y jugado por jugado, Gallardo mandó a la cancha a los pibes Mastantuono y Etcheverry, ellos dos, y luego “Pity” Martínez, le cambiaron la cara a River, un par de remates del Diablito y centros con mejor dirección llovieron sobre el área brasileña, que tuvo en sus zagueros Bataglia y Alonso Junior a dos efectivos receptores de “misiles”. A ellos se sumó el arquero Éverson, para apuntalar la tarea de un equipo que supo lo que quería, y trabajó en función de un resultado que logró.
River se retiró alentado por su hinchada, que reconoció la entrega, por momentos sin variantes, que no le permitió revertir la historia de una eliminación anunciada.
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El partido comenzó 15 minutos más tarde porque el colectivo que trasladaba al plantel del Atlético Mineiro debió demorar su salida desde un hotel cercano al Obelisco hasta el estadio, por sugerencia de los miembros de la Policía de la Ciudad encargados de su custodia, quienes necesitaban “ganar” tiempo para la llegada de una mayor cantidad de efectivos que les permitiera reforzar el cordón y así evitar agresiones con piedras como las sufridas por las movilidades que trasladaban a la “torcida” del Galo.
Un par de veces debió detener su marcha el colectivo, para permitir que los agentes dispersaran en algunas esquinas a los fanáticos millonarios.
EN URUGUAY
Por los problemas en el partido de ida, cuando aficionados de Peñarol sufrieron agresiones de la parcialidad de Botafogo, los dirigentes uruguayo solicitaron que no haya asistencia rival a su cancha, por lo que Conmebol decidió sacarlos de su estadio y programar el partido de esta noche en el mítico Centenario.