‘Vamos las palmas que viene la farra’, arengó Noemí Videla a comadres y compadres que se encontraban cubriendo el semicírculo de gradas del Anfiteatro Buenaventura Luna. Más que una invitación a ponerse contentos, era también un mensaje a celebrar por lo que se ‘es’. A celebrar ese compartir de aquellas cosas ‘cuyanas’ en común: la familia, la tierra donde creció, la amistad, la vendimia, el amor y el trabajo. Ese es el espíritu que evoca y que se renueva año tras año en cada convocatoria que produce el Festival San Juan celebra la Cuyanía. De la mano de sus referentes artísticos, el público no dejó de bailar, de cantar, de improvisar el famoso ‘grito cuyano’ y de mantener aquellos rituales que giran en torno a esa comunión entre cantores, guitarreros y público.

El pueblo cuyano celebró su fiesta con los exponentes de varias generaciones de cantores y guitarreros como Don Ángel Dávila y otros.

En la primera jornada, se pudo apreciar el encuentro de varios exponentes que hacía tiempo no se veían, menos en un mismo escenario. Así pues fueron destacables las actuaciones de María Julia Sánchez, Ariel Castro y el Dúo Mercedario. También fue notoria la ovación que recibió la performance de Giselle Aldeco junto a Pascual Recabarren y del Dúo Díaz-Heredia, que tuvieron que dejar bises a pedido de la multitud que apostaba en las gradas del anfiteatro. Por lo numeroso de la grilla, cada músico tenía como regla tres temas y hasta un bonus track de regalo si lo pedía la platea.

Reencuentro. Mario Herrera, Marcelo Andrada, Estela Andrada, Cristian Luna, Raúl Rizo y Ricardo Greguar.

 

Cuecas, valses y gatos. Nadie se quedó en la silla, la alegría de bailar duró toda la noche.

En el cierre de la primera velada, Los Videla le rindieron un homenaje a Ernesto “El Negro’ Villavicencio, con un enganchado de varias tonadas y luego se despidieron con la famosa Calle angosta. En otro momento especial, hubo reconocimientos merecidos: a Ángel Dávila, en vida (en la noche del sábado) y el de postmortem del guitarrista Aníbal Domingo Muñoz (en la noche del viernes). Sobre el escenario principal, Ernesto Villavicencio (h) le entregó una placa conmemorativa a José María -hijo del músico fallecido- y éste, emocionado, expresó: “Gracias a todos los trabajadores de nuestra música, porque sin siembra no hay cosecha. ¡Viva Cuyo!’. Posteriormente, en La Peña, la familia caucetera de los Andrada, conocida artísticamente como A3, dio continuidad a la fiesta. Pasó también Ángel Dávila, junto a Jonatan Vera y fue todo un vendaval de sentimientos de nostalgia y de farra. Como bien se dice en el ambiente, al grito de ‘no hay cueca sin gato’, el público salió a bailar y a desgranar cogollos. La posta la tomaron Los Caballeros de la Guitarra, Los Barros, Mario Herrera, La Mariu y varios más. Tanto en las mesas, como en los escenarios, muchos compartieron el deseo de que la luz de ese ‘ser cuyano’ no se apague y que haya Cuyanía para muchos años más.

> Violero con historia que deja una marca

Don Ángel Dávila fue uno de los músicos distinguidos en La Cuyanía, a sus 74 años de edad. Su periplo comenzó de niño actuando en la Pandilla del Tío Melchor en LV1 y durante 7 temporadas, transitó las principales radios de Mendoza. En 1970 decide buscar su destino a Buenos Aires junto a su par Jacinto Poblete. Integró las formaciones de Los Cuatro de Cuyo, Las Voces del Plumerillo y en 1973, se incorporó a la banda de Antonio Tarragó Ros. Como sesionista grabó con Mercedes Sosa, León Gieco, Teresa Parodi, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Luis Landrisina, Los Quilla Huasi, Antonio Tormo, Markama y Suna Rocha, entre otras figuras. DIARIO DE CUYO dialogó con el guitarrero e intérprete angaqueño, éste postuló que en los ’70, fue la época dorada para la música cuyana: ‘de la que a mí me gusta, de a dúo y tres guitarras punteras. El guitarrista cuyano siempre ha sido bien admirado y respetado. Pero ojo, actualmente están saliendo muchos guitarristas jóvenes de Corrientes que saben tocar muy bien’, señaló. Respecto a la distinción recibida en el festival, afirmó que: ‘uno va dejando la marca donde pisa. Creo que me tocó por ser puntual y cumplir con mi palabra. El día que ya no pueda cantar más, que no pueda recordar un verso, prefiero terminar y alejarme solo y no que la gente se aleje de mi’. Sin embargo, no se siente cómodo con este presente en materia cultural: ‘En la Fiesta del Sol, vienen los músicos de Buenos Aires y se llevan todo. A San Juan le hace falta más encuentros como éste (al referirse sobre La Cuyanía). Lo veo en otras regiones que defienden lo suyo, acá debemos seguir el ejemplo, para que nuestra música se siga escuchando’. Por último, manifestó su deseo para cuando él ya no esté: ‘La Cuyanía tiene que prevalecer, hay que seguir luchando para eso’.