Solo dos de los incautos que recurrieron a Facebook para aprovechar una oferta por machimbre y otra por la venta de una Play Station 4, cayeron en el engaño y transfirieron dinero ($45.000 por el machimbre, igual suma por la máquina de videojuegos) sin siquiera ver en persona a sus estafadores. Al comprador de machimbre, un sujeto lo convenció de pasar plata urgente con el cuento de necesitarla para su madre con cáncer. Al otro con la excusa de dar una seña para asegurarse el aparato. En las restantes 10 estafas, las víctimas fueron gente de trabajo, los que alquilan herramientas o máquinas, o servicios de lunch (sillas, mesones, manteles, vajilla) o castillos inflables, metegoles y videojuegos para entretenimiento en cumpleaños. En total, se estima que provocaron a los damnificados un perjuicio superior a los 10 millones de pesos.
Lo 12 fraudes se concretaron entre el 8 de marzo pasado y el último domingo. Y por ahora se atribuyen a Yésica Esther Caballero (37), a su hijo Fernando Alberto Caballero (alias ‘Limón’, 20 años), aunque los pesquisas de la UFI de Delitos Informáticos y Estafas creen que hay por lo menos otros dos implicados, por ahora prófugos: la pareja del ‘Limón’, Ayelén Tobal, y un tal Julio Ricardo Merenda.
El juez de Garantías, Eugenio Barbera, dictó ayer prisión preventiva para ambos por 4 meses.
Fue a pedido de la ayudante fiscal Silvina Putelli y su colaborador, Maximiliano Yanzón, quienes le atribuyeron a Fernando Caballero 6 fraudes (algunos en complicidad con su madre), un caso de retención indebida y amenaza simples contra una víctima (le mandó por WhatsApp la foto de un arma).
A su madre le adjudicaron 8 estafas: 3 que ya le habían imputado en mayo pasado, concediéndole la libertad a cambio de no entorpecer la investigación y, sobre todo, no delinquir. Pero no cumplió ni lo uno ni lo otro.
La maniobra consistía en contactarse por teléfono, hacerse llevar las cosas a una casa abandonada en Oro al 1650 Este, Chimbas, pagar el alquiler y no devolverlas porque el plan eran venderlas. Cuando los damnificados volvían por el lugar, la propia Caballero, que vive enfrente, en el barrio CGT, salía y les decía que habían sido estafados porque en esa casa no había nadie.
Pero el último domingo uno de los estafados no se resignó. Volvió. Y vio a esa mujer que trató de ahuyentarlo, cargando unas 40 sillas con otro sujeto (sería Merenda) en un auto. Eran de un servicio de lunch y las había vendido $35.000. Quizá el destino quiso que pasara por el lugar un patrullero y aunque Caballero devolvió la plata pagada por las sillas, quedó presa. El último miércoles cayó su hijo en uno de los 4 allanamientos realizados. Y ahora, ambos están bastante complicados.