Cada 13 de junio se vuelve a señalar la plaza de Concepción, no casualmente llamada Juan Jufré, como el sitio donde el fundador español colocó la piedra basal de la ciudad de San Juan de la Frontera. Pero esto, según explica el historiador sanjuanino Guillermo Genini, es totalmente falso. El problema es que la única certeza que hay es que no se fundó allí, pero no hay ninguna evidencia concreta que indique a ciencia cierta dónde sí nació la ciudad. El académico, por lo pronto, se inclina por dos hipótesis: que haya sido en un arroyo derivado de los esteros de Zonda, en un cauce que hoy ya no existe, o que haya sido bastante más al sur incluso, en una zona de Trinidad.

No está más. El antiguo Estero de Zonda avanzaba hacia el este, hoy en cambio termina en la Curva de los Tontos. Una hipótesis es que la fundación haya sucedido aguas abajo de ese mismo arroyo, y no del río San Juan.

Los españoles tenían una práctica de establecimiento de sus ciudades relacionada a los recursos que podían obtener cerca de ese espacio. En ese sentido, se puede considerar elementos clave: la provisión permanente de agua, fundamental para el sostenimiento de la población, animales y cultivos; y la ubicación en relación con pastos que debían proporcionar alimentos para los animales y asegurar la comunicación directa con las ciudades o sus centros administrativos.

Según explica Genini, esos tres elementos los cumple el sitio actual de la ciudad de San Juan. “Estaba ubicada a la vera de un arroyo denominado Estero de Zonda que indica su origen chileno, ya que en el vecino país a los arroyos se los denomina esteros, una impronta histórica que queda en San Juan”, afirma Genini. Por ejemplo, Santiago de Estero demuestra que la influencia chilena llegó hasta el centro del territorio argentino.

El Estero de Zonda, según la explicación del historiador, tenía un desarrollo desde la salida de las sierras de Zonda hacia el este. Se calcula que, en los territorios que hoy conforman la zona céntrica de Capital, su cauce bajaba casi en línea recta entre medio de las actuales avenidas Libertador e Ignacio de la Roza. En la actualidad no llega a la ciudad porque está cortado en calle Chacabuco, a la vuelta de la denominada Curva de los tontos en Marquesado, Rivadavia. Ese corte, indica Genini, se produjo en la época independiente, entre 1818 y 1819, cuando San Martín necesitaba ampliar las tierras regadas de San Juan. Se lo cortó con mano de obra pagada por la provincia de Cuyo, a cargo de Toribio Luzuriaga, y con ese agua regaron zonas de Rawson y Pocito.

Por eso, advierte el historiador, la ciudad estuvo más vinculada con el arroyo Estero de Zonda (hoy desaparecido) más que con el río San Juan. “Este arroyo tiene ventajas sobre el río, ya que era una fuente de agua estable, pequeña y no era peligrosa. Además, los españoles no fundaban las ciudades al lado del río: no lo hicieron en La Serena, en Santiago de Chile ni en Mendoza”, amplía Genini.

> LA IMPORTANCIA DE LA CIÉNAGA

Según este razonamiento, y como segunda hipótesis, la ciudad de San Juan se podría haber fundado también en cercanías de una ciénaga que tampoco existe en la actualidad. Era una gran extensión de agua que variaba su caudal en invierno y verano. Las ciénagas, según documentos históricos, existieron hasta el siglo XIX. Su borde, agrega Genini, se encontraría en la zona actual de la UVT, Villa Carolina, Villa del Pino y Médano de Oro. La ciénaga le brindaba pasto y agua a la ciudad para sostener a los animales. Por otro lado, la ciudad se tendría que haber fundado a la margen derecha del río San Juan, lo que aseguraba la comunicación directa con las ciudades españolas de esa época: Santiago de Chile, La Serena y Mendoza.

Hay que tener en cuenta, según señala el historiador, que el camino oficial hacia Chile no era por Mendoza sino por Zonda. El camino originalmente salía desde la ciudad de San Juan, en línea recta hasta la Quebrada de Zonda y ahí seguía por la estancia Maradona hasta la precordillera, el Tontal y el Leoncito hasta empalmar por el Camino de los Patos hasta el Valle de Aconcagua o por Uspallata hasta Santiago. Ese camino, cuenta Genini, coincide con la actual Avenida Ignacio de la Roza.

Según explica el historiador, los caminos reales eran rectos. Al calcular la diferencia entre la avenida De la Roza y Libertador que se abrió a principios del siglo XIX uniendo caminos ya preexistentes, se puede ver que esta última tiene curvas; en cambio, la avenida Central es recta. Además, la existencia de la primera posta, ubicada en la denominada Esquina Colorada, establece que había una función de tránsito. En cambio, las construcciones en la avenida Libertador están vinculadas con ocupación religiosa y agraria.

Discurso oficial. En la plaza de Concepción está erigido el monumento a Juan Jufré para indicar que allí se colocó la piedra basal de la ciudad. Pero hoy eso está totalmente descartado.

> Fuentes en pugna

Genini destaca que algunas fuentes sostienen que se reedificó la ciudad y otras, que se trasladó. Actualmente se está revisando este proceso por lo que no se puede saber con certeza dónde se fundó. Para el historiador, hay dos posibilidades: que la ciudad sea la misma que está ahora que fue inundada y se reedificó en el mismo sitio, y la otra es que la ciudad se trasladó pero no se sabe exactamente desde dónde. Algunas fuentes indican que fueron unas 25 cuadras, pero todas coinciden en que la dirección sería desde el noreste. Es decir, agrega Genini, que no se estaría dando referencias a la actual plaza de Concepción. Por su parte, la historiadora Leonor Paredes de Scarso sostiene que esa plaza fue realizada gracias a una donación de dos hermanas a comienzos del silo XIX, por lo que no sería la plaza actual el núcleo central de la población. “No se puede indicar un lugar exacto donde se habría fundado la ciudad, también habría que analizar la historia geológica del valle central, lo que es difícil porque la geología fue alterada por la expansión de la ciudad”, indica Genini.