Nueve meses después de que el profesor de Educación Física, José Marcelo Amarfil (46) apareciera desnudo, con esposas de cuero usadas en juegos sexuales y muerto de 7 cuchillazos a un costado de un Ford Fiesta en una oscura calle de Las Chacritas, en 9 de Julio, la dueña de ese vehículo y única sospechosa de asesinar al docente, la licenciada en historia e investigadora del Conicet, Luciana Teresita Bustos Sánchez (34), será sometida a una pericia psicológica a fondo por cinco profesionales de esa rama de la salud mental: dos propuestos por Fiscalía, otros dos por la Defensa y uno más por la Parte Querellante, que es la familia de la víctima, dijeron fuentes judiciales.
Esos profesionales deberán dar respuesta a 15 puntos de pericia propuestos por las partes, incluido uno que es clave: saber si al momento del crimen (o actualmente) la licenciada comprendió lo que hizo y pudo dirigir sus acciones, o si estuvo afectada por alguna alteración que le impidió temporalmente tener un conocimiento cabal del violento acto que le atribuyen. Por ahora, se cuenta con el examen mental obligatorio de la detenida, y la conclusión fue que es imputable y puede estar presa.
Los psicólogos también indagarán sobre el vínculo que mantenía con la víctima, si era o no una relación tóxica y si eso pudo o no influir en el violento desenlace. Además, deberán decir qué tipo de personalidad tiene la imputada, pues es preciso saber, en caso de que concluyan que es imputable, si presenta o no rasgos psicopáticos, es decir si es incapaz de arrepentirse, sentir culpa y hasta si es o no una persona perversa, peligrosa para sí o para terceros, precisaron los voceros.
Esos y otros interrogantes podrán conocerse por lo menos dentro de un mes, estimaron. Cuando termine esa pericia con el informe de los profesionales, la investigación podrá concluir y pasar a juicio, precisaron.
El crimen ocurrió sobre la 1 del 17 de enero pasado en Calle Pellegrini, entre Díaz de Solíz y Santiago del Estero. Cuando la Policía llegó al lugar, Bustos Sánchez se mantuvo en una versión que disparó todas las dudas: dijo que el docente se había quitado la vida a cuchillazos. Pero no convenció, porque no cerraba que se hubiera desnudado, que usara juguetes sexuales y la buscara de testigo para semejante maniobra autolesiva. Tampoco convenció porque ella presentaba lesiones, como las marcas de una mordedura en un brazo.
Hasta ahora, el cúmulo de pruebas recabadas por el fiscal, Francisco Pizarro, y su equipo de investigación, incluida la ayudante fiscal Gemma Cabrera, policías de Homicidios y peritos de la Fuerza, los llevó a concluir que la licenciada cometió un homicidio agravado por alevosía y por el vínculo sentimental que tenía con el docente. La única pena posible para ese delito es perpetua.
La acusada mantenía una doble vida amorosa, pues hacía cuatro años que convivía con otra docente, indicaron.