Con su emblemática voz, Rubén Ehizaguirre se convirtió en una de las figuras del folclore argentino, sobre todo como parte de Los Nocheros, formación que el año pasado celebró los 25 años del disco Signos, que les abrió las puertas a nivel internacional. En ese tren de festejos, hoy llegarán a la 37° Fiesta Provincial de la Semilla y la Manzana en el predio Los Manantiales de Rodeo (Iglesia).
El salteño, que cumplirá 61 años el 14 agosto, dialogó con DIARIO DE CUYO sobre el tour de festivales en el que San Juan es una de las primeras fechas – luego del Festival del Pesebre de Río Seco (Tucumán) el pasado sábado-, para continuar en el Festival de Jesús María (este domingo) y a Cosquín (el jueves 30)- y también se refirió a su presente después que Kike Teruel abandonara el grupo.
– ¿Qué reflexión hace de todo lo transitado con Los Nocheros?
– Tuvimos años de un vértigo tremendo, ahora es un poco menos. Tuvimos años en los que no teníamos tiempo de disfrutar, teníamos que ir por otro objetivo, como le dicen ahora, o por otro compromiso, lo que no nos dejaba mucho tiempo.
– ¿Cómo tomaron la posta de hacer un folclore joven?
– En Salta trabajábamos en la peña de la agrupación tradicionalista Gauchos de Güemes en el “85 cuando nosotros comenzamos a cantar. El turismo, aquí por lo menos, siempre fue mucho más gringo y cuando comenzó el auge de Salta llegó mucha gente que venía del interior también y el 80 por ciento eran adultos mayores. Entonces pensábamos qué iba a pasar cuando toda esa gente no estuviera ¿A quién le íbamos a cantar? Y comenzamos una búsqueda diferente porque nunca fuimos gauchos, siempre fuimos changos de la ciudad de Salta; más allá que conozcamos el campo, que hayamos vivido y nos hayamos criado allá escuchando a viejos artistas de quienes hacíamos covers en la peña, empezamos a analizar canciones y una estética nueva, escuchando otra música. Nuestra pregunta fue: “¿Por qué el folclore no puede tener una envergadura de espectáculo como la de otros géneros?’ Con esa idea salimos a los festivales cuando todavía no había ni camarines para los artistas.
– Y muchas generaciones siguieron su estilo…
– Con nosotros se abrió la línea del folclore joven en medio de toda una camada de artistas que venían de la década del “60. Aparecimos con nuestra forma, nuestro sonido. Todas esas cosas marcaron una renovación hermosa, un interés por el género. Demostramos a los chicos que haciendo las cosas seriamente se puede vivir del folclore. Todos los que nos siguieron se la han creído de la misma manera que nos la creímos nosotros. Así fueron apareciendo muchos, otros quedaron en el camino.
– ¿En San Juan piensan compartir escenario con artistas del lugar?
– Nos encanta, pero cuando hacés algo improvisado no hace bien al espectáculo. Lo lindo es cuando está todo preparado y tenés tiempo para que todo sea prolijo. Siempre fuimos de labura así, nos gustan las cosas profesionales. No es cuestión de subirse y cantar. A ver, lo que hacemos por ahí, cuando llegamos a un festival, es darle un tiempo para que canten y hagan sus cosas, pero no mezclado, porque no sale bueno y termina siendo un mamarracho.
– ¿Van a presentar nuevas canciones?
– Hay canciones nuevas en el repertorio pero también están los clásicos, es algo que la gente te pide. Es imposible escaparle a eso. Intentamos muchas veces pero el público te reclama las canciones emblemáticas como Entre la tierra y el cielo, No saber de ti, Cosa peligrosa, Canto nochero, Vuela una lágrima, Ausencia, Canción del adiós, Roja boca, Chacarera del rancho que por más que sea un tema hiper conocido es la versión nuestra.
– ¿Ser parte de Los Nocheros da más responsabilidad?
– Totalmente. Estamos en esto mucho antes que la Sole, a la par del Chaqueño Palavecino, ahí en los 40 años de trayectoria. La Sole, Abel, Luciano, Los Tekis, Sergio Galleguillo, todos llegaron después que nosotros.
– ¿El secreto es la constancia?
– No hay otra manera. El secreto es mucho laburo y un poco de suerte también. Se tienen que mezclar muchas cosas. Nosotros lo aprendimos con los años, caminando, conociendo, molestando gente, preguntando…
– ¿Fue triste plantear el rearmado del grupo sin Kike Teruel?
– Cuando se fue Kike y quedó el trío pensamos en llamar a coristas, pero no para reforzar el grupo, quisimos dar algo diferente. Como trío ya había estado cuando Kike se tomó un año, en un momento que estaba estresado; en ese lapso hasta hicimos un disco, que se me ocurrió porque yo quería que quedara en la historia. Nunca pensé que alguno de nosotros se iba a ir del grupo. Es triste. Cuando Kike se fue definitivamente, nos sentamos con Mario y nos preguntamos qué hacer que fuera nuevo. Ahí surgió la idea de armar sonoramente la parte vocal con coros y ahora somos 18 personas arriba del colectivo, donde están las sanjuaninas Ania Banching y Flor Carmona como coristas junto a Santino, el nieto de Mario.
– ¿Tuvieron temor a que la fórmula no tuviera la repercusión esperada?
– Desde los inicios del grupo siempre nos gustó caminar por la cornisa. Nos encanta el vértigo y probarnos a nosotros mismos.
– ¿Por más que exista el peligro de caer?
– Si te caés te tenés que levantar, es parte del aprendizaje, es parte de la vida, pero siempre nos gustó hacer cosas novedosas, aportar, dejar algo.
– ¿Les aflige no tener el mismo furor de sus inicios?
– Uno ya no se fija en tantas cosas… ya no se desvive tanto. Intentamos que la gente que nos contrata no vaya pérdida con nosotros. Es un camino demasiado largo y escabroso.