La última vez que Memphis La Blusera visitó San Juan fue para inaugurar el Casino del Bono Park, frente a una multitud que se congregó en la playa de estacionamiento del Alto del Bono Shopping, el 9 de octubre de 2007, en pleno esplendor. Luego, en junio de 2012, Adrián Otero perdió la vida en un accidente de tránsito, en viaje hacia Capilla del Monte (Córdoba) donde pensaba radicarse. Sin embargo, aunque la voz de la banda se había apagado, los músicos siguieron tocando hasta encontrar en el cantante Martín Luka la figura ideal para reemplazarlo frente a los micrófonos.

“Si bien él ya no estaba con nosotros porque había decidido irse a vivir a Córdoba, los dos éramos fundadores de la banda y prácticamente familia. Pero así y todo nunca paramos’, recordó a DIARIO DE CUYO, Daniel Beiseman, bajista, cofundador y coautor de las composiciones, sobre el suceso que golpeó al combo. Ahora con formación renovada, La Blusera hará su retorno el 8 de agosto, al Teatro Sarmiento (ver aparte).

Con Daniel Beiseman (sentado) como líder, la banda estará de vuelta en San Juan

– ¿De qué manera fue la vuelta al ruedo después de la partida de Otero?
– Lo de Adrián fue lo más fuerte para la banda, aunque él se había ido con sus planes solistas y solamente nos veíamos o nos llamábamos para arreglar el tema del papelerío y la sociedad. Para Memphis y para mí en lo personal, su muerte fue un shock.

– ¿Cómo recibió la noticia?
– Fue sorpresivo. Cuando mi hijo me dijo: “Papá, se accidentó Adrián, se mató’, enseguida puse la televisión, estaba en todos los noticieros. Yo no hubiera dejado que se vaya a Córdoba manejando porque era malo para conducir y se distrajo. Iba en un Toyota, que era usado pero nuevo para él, con la chica con la que estaba de novio. Ella no se hizo nada, pero él se golpeó la cabeza con el parante y no hubo caso.

– ¿En ese entonces ambos estaban enfrentados por los derecho de los temas?
– No por los temas, porque van por SADAIC, las letras eran suyas y lo mío era la música; pero teníamos contratos firmados en común ya que éramos una SRL junto a Villanueva y tuvimos cuestiones que arreglar, como la venta de un par de micros para las giras. Pero después cada uno siguió con lo suyo. Si no fuese por lo que pasó, seguiríamos siendo amigos. Éramos como hermanos desde que nos conocimos en el ’76, en el “78 formamos el grupo. También éramos compadres, él fue padrino de mi casamiento y yo de su hijo Julián. Mis hijos y yo tenemos muy buena relación con él, somos casi familia.

– Juntos acopiaron tantas anécdotas… ¿La de los naranjazos en sus inicios es una de las principales?
– En 1982 nos presentamos en el Festival BA Rock, recién en Democracia. Fuimos de traje y corbata con nuestro blues y al vernos así vestidos, la gente que iba con camperas con el símbolo de la paz empezó a tirarnos naranjazos, sánguches de milanesa, botellas de gaseosas… Encima un equipo no anduvo y nos quedarnos paraditos frente a todos, no fue nuestra noche (risas).

– ¿El gran reconocimiento llegó en 1983?
– Sí. Con el disco Alma bajo la lluvia, donde está Moscato, Pizza y Fainá, que escribió Adrián por la pizzería La Universal, donde nos reuníamos y que como era tan chiquita, algunos quedaban afuera. Luego vinieron Medias negras, Tonto rompecabezas, Memphis La Blusera, pero alcanzamos lo máximo después. En 1996 recibimos nuestro primer disco de oro para Nunca tuve tanto Blues. Luego, con Cosa de hombres hicimos 5 shows en Obras y teloneamos a Albert King, Bee Gees, Chuck Berry, Eric Clapton, Santana, BB King, entre otros.

– ¿Cuál es el sello que le impuso Adrián a la banda?
– Memphis es una mixtura de blues con tango y Adrián le dio un toque muy porteño a algunas canciones, a otras no. Montón de nada, por ejemplo, es un blues romántico.

– ¿En la actualidad hay alguna banda que suene como Memphis?
– Hay grupos que tienen nombre de temas nuestros, como uno que se llama La Bifurcada y otro que es Perro Llorón porque son fans, pero esta posta no la tomó nadie. Ninguna banda suena como ésta, a pesar que siete de los músicos ya fallecieron, como el saxofonista Emilio Villanueva, otro de los fundadores; el baterista y dos guitarristas, uno que ya no tocaba más en el grupo y grabó en Alma Bajo la Lluvia, que fue Oscar Almará. El último fue el pianista Gustavo Villegas, hace unos 2 años…

– Tuvieron que aprender a surfear todas estas pérdidas…
– Sí, eso es lo más duro, porque cuesta… Parece mentira, pero cuando hay una pérdida, volver a la sala de ensayo y no ver a tus compañeros es raro. Pero la música sana y hace 13 años estamos con Martín Luka en voz, Giuseppe Puopolo en saxo, Alberto García (guitarra), que hace unos años que volvió; Jorge Fiasche en guitarra, Matías Pennisi en batería y Juan Mingone en piano. El año pasado nos reconocieron en la Legislatura porteña por 45 años de aporte a la difusión del blues y el jazz en Argentina y Latinoamérica.

– ¿Luka fue un descubrimiento?
– Él tocaba en otra banda cuando actuábamos como Viejos Lobos un tiempo y Emilio se acordó. Él era fan de Memphis desde chico y lo llamamos. Ese día, él y yo llegamos antes a la sala y le dije que empezáramos con algunas canciones. Se las sabía a todas y además las sentía como propias. Así empezamos a rodar.

– ¿Hoy cuáles son los proyectos como banda?
– Ya estamos para el Cosquín Rock 2025 y queremos grabar, pero hay que pensar en que la hora de grabación es carísima. Antes ensayábamos en mi casa, pero sufrí la amputación de una pierna en pandemia, porque soy diabético, y ahora en ese lugar está el dormitorio… Aunque tengo prótesis y llevo una vida normal, no es para estar subiendo escaleras.

– ¿Cuando comenzó con Otero, se imaginaban lo que vino después?
– Cuando era chico tocaba el bombo y aprendí guitarra de oído cuando mi hermana iba a tomar clases y yo la acompañaba. Pero todo empezó como un berretín y se fue dando. Todo se inicia cuando te ve productor, se interesa y te hace grabar. Yo era soltero cuando arrancamos y ahora soy abuelo. Pasaron 46 años, pero parece que fue ayer. Todo pasó volando.

– ¿Y hoy qué significa Memphis para usted?
– A los 68 años puedo decir que es prácticamente toda mi vida. Como Memphis no hay otra igual.

DATO
Memphis. Jueves 8 de agosto, Teatro Sarmiento (Av. Libertador y Av. Alem), a las 22 hs. Entradas: $15.000, 17.500, 20.000 y 22.5000, online y en boletería.