A los 25 años, Iván Ramírez ya tiene un largo camino recorrido, tras iniciarse en las redes sociales con más de 100 personajes, experiencia que le abrió las puertas de la TV, primero de la mano de Guido Kaczka y luego, con el humor político, junto a Jorge Lanata en Periodismo para todos. Pero en realidad sus primeros pasos fueron en el secundario. “Yo era muy tímido, muy vergonzoso. Cuando me llamaban para ser aguatero en el acto escolar faltaba porque tenía pánico escénico. Es increíble, porque ahora tengo mi propio show en el que me expongo totalmente’, expresó el actor a DIARIO DE CUYO previo a su llegada a la provincia, donde presentará un unipersonal en la Sala Z de IOPPS mostrando el proceso de caracterización.

– ¿Cómo fue que el niño tímido de la escuela se convirtió en un showman? 

– Siempre fui buen alumno, siempre estudioso, pero de poca habla; si bien en mi casa era el payaso de la familia. Siempre me acuerdo que en el boletín me ponían “¡Muy bien Iván, Felicitaciones! Tenés que hablar un poco más. Entonces para mí era una presión. “¡¿Cómo hago?!’, me preguntaba…

– ¿Así descubriste el arte de la imitación?

– Comencé con la búsqueda de personajes porque en el colegio me decían “Che ¡Qué bueno lo que hacés!’ A los 7 años empecé a imitar a los profesores y así fue que mis compañeros me dijeron que hiciera a los famosos y probé con Shakira. Empecé a trabajar con Lía Crucet, Rodrigo y Abel Pintos, me di cuenta que tenía que tomármelo en serio y mis padres me prestaron los primeros pesos para las pelucas, mi bisabuela me hacía los trajes y hasta mi abuelo tuvo que ayudarme en un par de zancos.

– ¿Después llegó la televisión? 

– A los 16 años hice mi primer trabajo con Guido Kaczka, quien me dio la oportunidad.

– ¿Para qué te convocó?

– Para una competencia entre imitadores. Me llamaron para hacer al cantante de reggae Dread Mar-I, que había subido a Instagram. Después “Peluca’, el productor, me preguntó si tenía más personajes porque Guido quería que siguiera participando. Así que me acuerdo que faltaba al colegio para ir a grabar. También trabajé con Beto Casella y Laurita Fernández. Pero en pandemia pasé a preguntarme qué iba a hacer de mi vida. Fue un quiebre para mí y me dije: “¿No voy a poder laburar más? No. Yo tengo que hacer algo’.

– ¿Y en qué pensaste?

– Contaba con mis redes sociales. En ese momento tenía unos 70 mil seguidores y empecé más que nunca a generar contenidos. Toda la vida dibujé y si podía dibujar un personaje famoso sobre una hoja, por qué no tratar de hacerlo en mi propia cara y transformarlo en arte; y fue un boom total.

– ¿Como aprendiste a usar el make up?

– Mis amigas me dijeron qué cosas usaban para maquillarse y pedí bases y algo de rubor por internet para empezar a indagar en ese mundo con pelucas de cotillón. Eso me permitió mantenerme vigente. Hoy en día, si bien la tele, el teatro y la radio son medios muy importantes, creo que las redes sirven como currículum para mostrar lo que uno hace al 100%. A Tik Tok lo bajé en pandemia y ahora tengo más de 2,5 millones de seguidores, que junto a Instagram y YouTube suman más de 3 millones de personas.

– ¿Y cómo llego la propuesta de trabajar en Periodismo para todos?

– Con Lanata incursioné en las imitaciones políticas. Fue la primera vez que me convocaron para eso y que yo me animé a hacerlo. Me costaba entrar en ese terreno por mi filosofía. No quería que por interpretar a un personaje me putearan. Con Tinelli ya había hecho a Axel Kicillof y Moyano en una parodia que se llamaba Politic Chef, pero era otra cosa. Y cuando me convencí, me dijeron que hiciera a Axel y a Javier Milei que, en ese momento, no pensábamos que iba a llegar a ser Presidente.

– ¿Y qué opinó Milei? ¿Opinó?

– Ese día me puse a ver las redes después de volver del cine con mi novia, estaba a punto de acostarme cuando empecé a ver la cantidad de mensajes suyos en Instagram y pensé lo peor, me dije: “¡En qué me metí!’, pero fue todo lo contrario. Me dijo ‘Me encanta tu imitación. Lo único que tengo para corregirte son las patillas un poquito más largas’. Y ahí, respiré.

– ¿Te dio confianza?

– Fue la frutilla del postre, el único que me escribió personalmente. Y Sergio Massa compartió mi video, así que también sé que le gustó.

– ¿Luego de eso te convocaron para sumar votos para un partido político?

– Sí, pero no me gusta mezclar la ideología política. Hay algo que tiene que ver conmigo, que cada vez que saco los personajes soy prohumano, o sea, soy adepto a todo lo que al humano le haga bien, esté Millei, esté Cristina o quien sea, no soy militante.

– Pero hay artistas que sí lo son…

– El arte tiene que ser para todo el mundo, universal. Meter la ideología en el arte es contaminarlo. Si yo mañana salgo a decir que tengo una ideología determinada, tengo espectadores que se van a ir. O sea, voy a tener más dinero pero me va a restar público. La plata no hace la felicidad, como dicen.

– ¿Qué aspecto te atrae del teatro que no ofrecen la tele ni las redes?

– Me encanta porque me permite conectar con la gente y viajar por las provincias. Surgió de manera independiente con mi productor Facundo y mi novia Agustina.

– ¿Y hoy por hoy, cuál es tu deuda pendiente? 

– Hacer una linda temporada de teatro con mi propio show y banda en vivo apuntando a una carrera internacional, pero paso a paso, sin apurarme. Hay toda una carrera que no hay que manchar, hay que cuidarla y alimentarla. El arte no tiene fronteras.