Medio Oriente está cada vez más cerca de una guerra regional después del último ataque que Irán perpetró contra Israel enviando casi dos centenares de misiles balísticos que si no hubiese sido por el escudo de protección con que cuentan los israelitas, podrían haber causado graves daños materiales y pérdidas de vidas.

Si bien este ataque es la consecuencia de una larga listas de enfrentamientos que se vienen sucediendo en la Franja de Gaza y El Líbano entre las fuerzas israelitas y los poderosos grupos terroristas de Hamas y Hezbollah, respaldados por Irán, fue la muerte por parte de Israel, en un ataque en Beirut, del líder iraní Hassan Nasrallah y otros comandantes pro iraníes, la gota que rebalsó el vaso y que derivó en el ataque sin precedentes del pasado martes, que llevó a una drástica escalada militar en la región.

La amenaza del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, de que Irán pagará por el ataque concretado, es lo que ha hecho más tensa, en estas últimas horas, la situación ya que ahora no se trata de un enfrentamiento entre el Estado de Israel con grupos armados pro palestinos y pro libaneses, sino que ahora es Israel con Irán, dos potencias militares regionales de gran poderío bélico.

El hecho de que ambas naciones cuenten con armas nucleares abre la posibilidad de que un eventual enfrentamiento lleve a estos estados a utilizarlas con consecuencias inciertas para la región y el mundo. Esto es lo que deben tener en cuenta los principales líderes mundiales, quienes deberían estar abocados a encontrar una urgente solución que lleve al restablecimiento de la paz en Medio Oriente.

La posición asumida hasta ahora por los mandatarios de las principales potencias del mundo, no está contribuyendo mucho a que se logre ese estado de paz que se reclama, por lo que es necesario que reflexionen y tomen conciencia sobre las consecuencias que puede tener el desencadenamiento de una guerra nuclear en las condiciones actuales.

Ni Estados Unidos ni Rusia que junto a China son las principales potencias que están detrás de los países de Medio Oriente en conflicto, han podido con sus cuerpos diplomáticos promover un acercamiento entre Israel, Hamas y Hezbollah. Ahora en un punto en el que Israel parece no estar dispuesto a transigir con sus enemigos regionales, el último ataque iraní es una señal clara de que una guerra regional tan temida puede estar a punto de estallar.

Si esto sucede, la repercusión de un enfrentamiento bélico de esas características abarcará a gran parte del mundo, de ahí la necesidad de que todos contribuyan a encontrar el camino que conduzca a reestablecer la paz y la concordia en estos momentos de tanta tensión.